Este es un pequeño homenaje al pápalo, una planta que merece mucho más cariño y reconocimiento. No sólo se trata de uno de los reyes silenciosos en los almuerzos dominicales de las familias mexicanas, sino de una planta que nos ha salvado de muchos contratiempos digestivos, aun sin darnos cuenta de ello. Gracias al pápalo, la gastronomía mexicana sabe mejor y nos empanzona menos. ¿Qué más podríamos pedirle?

Conoce más sobre el pápalo, el rey casi olvidado de la gastronomía mexicana

Un poquito de historia

También conocida como quirquiña o papaloquelite, esta planta originaria de México, Centro- y Sudamérica forma parte de nuestra dieta desde tiempos prehispánicos. Su nombre deriva de los vocablos papalotl y quilitl, que en náhuatl significan “mariposa” y “hierba comestible”. Se le llama así porque sus hojas se parecen a las alas de ese insecto, especialmente cuando las mece el viento en las parcelas. Sin embargo, aunque este motivo es suficiente para quererla mucho, las verdaderas razones de nuestra admiración van más allá de su nombre o gentil forma.

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Como les platicamos hace tiempo, las plantas que forman parte de la familia de los quelites fueron veneradas por muchos pueblos mesoamericanos. De acuerdo con lo narrado en el Códice Boturini y la Historia general de las cosas de Nueva España, de Fray Bernardino Sahagun, los mexicas estaban profundamente agradecidos con ellas, pues fue gracias a su ingesta que pudieron soportar su peregrinaje desde Aztlán hasta el islote que siglos después se convertiría en la gran Tenochtitlán.

Al ser en su mayoría hierbas que crecen entre la maleza, no tuvieron problema para encontrarlas en su camino, así que los peregrinos pudieron mezclar los quelites con otros ingredientes que cargaban en sus modestos itacates. De todas estas plantas, el pápalo no solo destacó por su capacidad para saciar el hambre, sino también por sus cualidades medicinales.

¿Por qué tiene tantos detractores?

No es gratuito que en las taquerías, especialmente aquellas donde los cortes son grasosos, haya un botecito con un manojo de pápalo. Entre sus propiedades más importantes está la de regular la función intestinal. Por eso, quienes saben, recomiendan comer pápalo durante o después de unos tacos de suadero o longaniza y así evitar las molestias que puede provocar la grasa. ¿Pero entonces por qué tiene tantos detractores, incluso entre la cocina mexicana?

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Debido a que entre los efectos secundarios de la función intestinal del pápalo está la expulsión de gases, muchas personas culpan al pápalo y no a la cantidad de comida que acaban de poner en sus estómagos. También hay quienes dicen que causa agruras, pero según nos cuentan algunos marchantes que compran su mercancía directamente de los productores de la Huasteca poblana, eso es porque no se consume de manera correcta. De acuerdo con ellos, la parte comestible es la hoja, pues el tallo sí que puede causar una que otra molestia, aunque no siempre. Eso, explican, depende de cada cuerpo.

Por otro lado, también están quienes dicen que no les gusta el pápalo por su fuerte sabor. Sin embargo, al igual que la cebolla, el ajo o los pepinillos, este quelite es a su vez un condimento cuyo sabor e intensidad depende de la cantidad que se consuma. De modo que, para poder disfrutarlo como se debe, nuestro consejo es ir agregando poco a poco hasta encontrar un punto agradable.

Queremos tanto al pápalo

Como ven, le tenemos mucho cariño al pápalo. Creemos que no es para menos, pues más allá del gusto que uno pueda o no tenerle, su producción y consumo son una fuente de sustento para muchas familias de nuestro país. Desde hace cientos de años, esta especie de quelite es bondadosa tanto para la cocina mexicana como para quienes la producen. Por eso creemos que este rey es digno de un lugar más privilegiado en nuestras mesas.