En los años veinte, las albercas fueron los centros sociales más populares de la ciudad. Y aunque no todos tenían acceso a ellas, la idea de aprender a nadar y convivir con otros, tomar un trago y lucir los bañadores causaba furor. Además de funcionar como lugares de esparcimiento, tenían la función de cultivar atletas. Por eso construyeron la Alberca Aurora, ahora la más antigua de la ciudad.

alberca auora

En 1925 comenzó la construcción cuando José Munguía Rossell compró parte de la huerta de una casa en Coyoacán. La familia tenía la idea de hacer una alberca destinada solamente a ellos, pero por razones desconocidas en noviembre de 1926 decidieron que abrirían las puertas al público.  A la inauguración asistió la élite de Coyoacán y el evento tuvo una “reina” que dirigía las actividades. A todos los recibió un sencillo pero elegante letrero que decía: “Alberca Aurora” en honor a Aurora, la hija de José Munguía.

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En ese entonces la alberca era al aire libre y medía 30 metros por 15 con una profundidad que iba de uno a tres metros. Además, tenía una plataforma de 5 metros (que inicialmente fueron diez) traída de Estados Unidos. En el recinto también había salón de baile con uno de los primeros radios en México de la famosa marca estadounidense Crosley, una pista de patinaje, una cancha de tenis, una de básquetbol, un boliche, un ring, un gimnasio y un área de juegos. Es decir, Alberca Aurora era el lugar para ir con la familia en el día y de fiesta por la noche. El centro social de moda de la zona en la calle de Guerrero, hoy Presidente Carranza, en Coyoacán.

La idea de un club social para la élite de Coyoacán, sin embargo, se esfumó cuando el gobierno compró la Alberca Aurora en 1932 y se convirtió en un espacio popular. Según ciertas versiones, el inmueble cayó en completo abandono y con ello el esplendor de lo días en los que la gente iba a pasar un buen rato a la orilla de la alberca o bailar con uno de los mejores sonidos de aquella época.

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En una nota para el portal del Centro de Coyoacán, Alfonso Estrada narra que aun en la década de los cincuenta él y sus amigos salían corriendo de sus casas hacia la Alberca Aurora, donde aprendieron a nadar amarrándose a uno de los barandales con una cuerda. Además recuerda que hacían exhibiciones del equipo de nado sincronizado (del que él formaba parte). “Una noche iluminaron la alberca y colocaron un volcán en el centro. Todos nos emocionamos cuando hizo erupción, incluso hoy en día me pregunto cómo lo lograron”, dice para la nota que rescata un poco la historia de esta alberca insigne. 

alberca auora

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Hoy todavía existe la Alberca Aurora. Pero ya no es tan grande ni profunda y la usan sobre todo para entrenar equipos de natación. De cualquier manera, cualquiera puede ir ya que sigue siendo una de las albercas públicas más populares de la ciudad. Las inscripciones se abren una vez al año y los horarios se llenan casi enseguida.

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En la calle de Presidente Carranza número 51 está la fachada de la Alberca Aurora, una casona porfiriana que guarda consigo cientos de historias de cuando las albercas solían ser los centros de reunión más importantes. En una ciudad como la nuestra no todo dura mucho pero ahí, en Coyoacán, aún existe la alberca más antigua de la ciudad.
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