niña oscura
11 de octubre 2018
Por: Carolina Peralta

Niña Oscura, una librería secreta en la Santa María que sólo recibe clientes los sábados

Niña Oscura es una librería laberíntica, misteriosa y abundante en una casona porfiriana de la Santa María la Ribera, hay que tocar el timbre un sábado para que te reciban.

“Una niña negra nos entregó las llaves y nunca la volvimos a ver”

La necesidad de resguardo del acervo de la librería El Hallazgo llevó al dueño del lugar, Max Ramos, a buscar una bodega. Eligió la colonia Santa María la Ribera por sus casonas porfirianas de principios del siglo XX. Desde 2009, la Niña Oscura se afincó en Díaz Mirón 142, lista para complacer a quien busca la novedad de lo escondido o lo extraviado, de aquello que con el paso del tiempo toma más sabor.

©Pilar Córdoba Longar

A Niña Oscura sólo se puede ir los sábados, y como si se tratara de un club secreto de bibliófilos, el primer aviso fue por medio de una pseudo-invitación. Su hermana de la colonia Juárez, la librería Jorge Cuesta,  brindó el pase de entrada: un separador de libros con la dirección en la Santa María. El interesado sólo debe tocar el timbre y esperar a que Guille, el encargado del lugar, haga la introducción a la tierra incógnita: muros altos, vigas señoriales, patios.

©Pilar Córdoba Longar

A pesar de que no existe un catálogo, si, por decir algo, uno busca información sobre Bulgaria en los años 80, sólo hay que preguntar y seguro algo habrá. “La peculiaridad son las revistas literarias y de otras temáticas de diferentes épocas de los años cuarenta, treinta, veinte, ochenta, setenta; suplementos culturales… Aquí vienen investigadores, gente que se dedica a eso específicamente. Hay dos clientes que se especializan en investigación literaria y vienen por eso”. Pero uno también puede ir sin buscar nada y pasar horas indagando en los libreros.

Cortesía Niña Oscura

Destaca material sobre las dos guerras mundiales, la historia del mundo o la novela de folletín hispanoamericana de los años veinte. La historia de México es privilegiada; hay libros descontinuados, ediciones únicas, facsimilares, primeras ediciones y uno que otro códice. Han llegado ejemplares de escritores importantes que ya no se consiguen en la Ciudad de México, por ejemplo, del poeta Elías Nandino (consultar Si hubieras sido tú, 1960).

Además de esto, están las clásicas secciones de las librerías de paso: filosofía, arte, cine, derecho, literatura en general (novela y poesía), diplomacia, antropología, etnología, ecología, agricultura, libros en inglés, francés, alemán, polaco… Todo lo que está a la vista está en venta: cuadros, sillas, mesas, fotografías, objetos, álbumes, películas, máquinas de escribir; todo se integra y se desintegra eventualmente.

©Pilar Córdoba Longar

Ya es sábado por la tarde y a pesar de que el bullicio del kiosco morisco a unas cuadras alcanza su apogeo, si prestas atención al silencio, se escucha a la niña oscura (ahora un fantasma). “Lleva años saltando la cuerda en el cuarto del fondo, invitándonos a jugar con ella, siempre me abre la puerta” concluye Guille. El silencio está lleno de ruido.

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