El interés por el bienestar no es novedad, pero ha adquirido más exposición en los últimos años. Wanderlust nació en California en 2009 y ahora sucede en más de 30 países. Este año se llevó a cabo en México por primera vez, en el Hotel Santuario de Valle de Bravo –del 9 al 11 de marzo–, y el inicio de nuestra crónica, sin duda, deben ser los baños: limpios, cómodos y amplios (no sé a qué festivales hayan ido ustedes, pero el baño tiende a ser un momento terriblemente tedioso).

Foto por Rasiel Rodriguez

Luego vienen las dudas en torno a las actividades (decenas y variadas, algunas extravagantes): ¿Mandalas con Hula, Deepsoonic meditation hike, Slackline o Ecología profunda ancestral? Optamos por la primera: hacer mandalas con 6 hula hoops durante una hora bajo la dirección de Fer Ruz, quien da clases en el Centro Kiai Yoga de la Ciudad de México.

Dimos vueltas y movimos la cadera con torpeza pero con gusto. Dicen puedes quemar hasta 400 calorías. Otra actividad que nos hizo sudar fue caminar al “jardín secreto”, un área verde alejada del resto del festival en donde Paola Ambrosi y Antonio Sánchez Muñiz, entre brisa y suaves palabras, guían una meditación con vista al lago que nos hace sentir renovadas y hambrientas. Ellos crearon el proyecto Transpersonal e imparten cursos de meditación en la Cuauhtémoc.

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Foto por Francisco García Pérez

Caminamos hacia la sección gastronómica. Encontramos una no muy amplia pero sólida selección de comida saludable y letreros que comunican que se trata de un festival “Carbono 0”. Pedimos chai frappé del Chai Bar (hay uno en la Condesa) y pan de plátano –también nos tienta el lassi de mango–. Comemos sobre cojines distribuidos a lo largo de tapetes colocados al lado del puesto en donde Dennise Abush vende bufandas de la India. Huele a jengibre y agua de rosas. El día es soleado. El sabor del chai es delicioso; hablamos con Ana Desvignes, su creadora. Nos confiesa que hasta en Goa, India, le han pedido la receta. Además de experimentar en torno al té, Ana dirige Yoga He, ubicado en una casona antigua de la colonia Roma que conserva pisos y pintura originales y que comparte con los talleres culinarios Sobremesa.

Foto por Rasiel Rodriguez

Comimos en el restaurante del hotel mientras recibimos la voz enérgica de una mujer que canta baladas folclóricas al lado de la alberca. Para hacer la digestión, bajamos al área principal y nos acostamos sobre los pufs colocados en las inmediaciones de un estanque custodiado por cisnes. Así es más o menos un festival de wellness en México.

https://wanderlust.com/es/mex/