En 1750 un café vienés obtuvo un permiso para acomodar unas cuantas mesas y sillas afuera de su establecimiento. Esa tarde, que queremos imaginar soleada, nacieron los llamados  schanigarte o sidewalk cafés en inglés: extensiones de cafeterías en el espacio público. –Es decir, mesas y sillas en la banqueta, las plazas o incluso en las calles, donde la gente puede tomarse un café, un trago o comer al aire libre. El semáforo rojo (que ya pasa a naranja esta semana) permitió a los establecimientos de comida hacer lo que aquel día de 1750 sucedió en Vienna, con el fin de extender su espacio al aire libre, mantener la sana distancia y, entonces, abrir. Muchos tomaron espacios de estacionamiento o banquetas, y delimitaron su área con plantas y flores.

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Porque pues sí. El concepto vienés de cafetería al aire libre en algún momento lo adoptaron en otras ciudades. Entonces surgió el pavement café en Inglaterra o el sidewalk café en Nueva York. Ambos significan “café de banqueta”. En esta ciudad no existe el concepto como tal, quizás porque tener mesas  al aire libre o en el espacio público es algo que pocos se permitían, pues suponemos que además de dinero implica una serie de trámites tortuosos. Y los puestos o restaurantes que lo hacen debajo del agua son otra historia.

Sacar el trámite de semáforo rojo, en cambio, al parecer no es muy complicado. Lo que tienen que hacer los restaurantes es llenar un formulario y un par de pasos más. Comer al aire libre es parte de una nueva normalidad, que poco a poco nos vamos apropiando. Y desde luego, poder estar al aire libre va acompañado de un privilegio.

¿Cuándo íbamos a pensar en ir una cantina al aire libre, en tomar un trago –legalmente– sobre una rotondita, en comer en una fonda en un carril de estacionamiento? o más aún, que Bisquets de Obregón sirviera sobre la calle…

#VidaDeBanqueta

Tomar un espacio de estacionamiento y liberar la banqueta para el peatón (como debe ser) no solo es práctico, es simbólico. La banqueta es más que nunca ese intersticio entre el afuera y el adentro –límites rarísimos pero propios de estos tiempos.

Hay quienes se sienten menos cómodos que otros con estos nuevos alcances restauranteros. También hay quienes piensan no dar marcha atrás. Hay muchas opiniones (pero francamente, no suficientes): algunos lo primero que consideran es el clima (¿qué pasaría durante la época de lluvia?), otros piensan en la inseguridad, otros lo llevan a una conversación, justo, sobre lo público y lo privado, sobre la sociabilidad y el consumo. 

Mientras existan y esto se regule, porque pasará, llamaremos café en el pavimento y por aquí estaremos considerando mucho esta consecuente #vidadebanqueta.

A nosotros nos parece que la banqueta y los cajones de estacionamiento sobre las calles deberían ser de ocasión para sentarse a comer, tomar algo, departir a cielo abierto. ¿Ustedes qué piensan?