29 de septiembre 2025
Por: Mariana Ortiz

Chalino Chino: mariscos a pie de calle

En la Roma Norte, un puesto callejero de mariscos y comida china al estilo Sinaloa es la redefinición de la calma en una ciudad caótica.

Una de las bondades que ofrece la CDMX no son, como suele pensarse, los locales bien asentados —aunque hay restaurantes clásicos que no podemos obviar ni dejar de visitar—; sino aquellos puestos que encuentran un lugarcito para asentarse en la ciudad y, desde ahí, crear comunidad. No hay tantos lugares disponibles, ni una cocina de gran tamaño; en su lugar, hay música, un menú pequeño y la sinceridad de quien empieza el día deseando que la gente llegue y se quede.

En Chalino Chino sirven mariscos ideales para despertar un sábado luego de un viernes de fiesta, para decirle a tu mejor amigo que se ponga un pants y te acompañe a caminar hasta que se cansen y paren a comer: se trata de comida callejera en su peak, apenas un par de mesas y un puestito de lámina como los que ya adornan las calles de toda la ciudad pero, a pesar de todo eso, no se siente ni sucio ni desordenado. El encanto de este lugar radica no solo en las creaciones clásicas —tostadas, aguachiles, gyozas—, sino en que es extrañamente tranquilo, como si estuviéramos en una sombrilla en la playa, hundiendo nuestros pies en la infinita arena.

Pero aquí no solo es el recuerdo del mar, sino también un homenaje a la comida sinaloense. Recomendamos empezar la tarde con un suerito que calme el calor, nos pedimos unas gyozas de cerdo y un aguachile de camarón —que tenía un sabor fresquísimo. Además, unos pescaditos fritos que recuerdan al descanso como si estuviéramos bajo la sombra de una palapa, sintiendo la brisa del mar. Quizá el mayor atractivo de un lugar como este es que logra hacernos pensar que, a unos pasos de nuestra mesa, no hay una gran avenida por donde pasan coches todo el tiempo. Quienes atienden Chalino Chino son tan amigables que uno siente que ha llegado a la casa de un amigo, ofrecen recomendaciones, nos hacen la plática, no nos dejan hundirnos en los pensamientos ansiosos de quien, tal vez, llega a comer sin acompañante.

Aunque todo es delicioso, a decir verdad las protagonistas de este lugar son las tostadas. Increíbles creaciones que combinan salsas y texturas: para mí —amante de lo chino y lo norteño por igual—, la perichuan fue la estrella, hecha con leche de tigre, camote, salsa macha y pescado que se siente como fuegos artificiales en la boca, como caer en un sillón comodísimo luego de bailar toda la noche. Es de esas tostadas que no se olvidan fácilmente, que rondan en tu mente por horas y hasta días. 

Dado que se trata de un changarrito callejero, con algunos adornos nada ostentosos pero el encanto de quien ha encontrado lo suyo, aquí no venden alcohol: ni chelas, ni bloody marys, ni nada de lo que estamos acostumbrados para curar una cruda mortal. Está bien, pronto abrirán un local en forma —y al que habríamos bien de ir— para ofrecer todo lo que no se puede por ahora. Si acaso necesitan un consejo: un lugarcito en Chalino Chino, con canciones que nos remiten al norte del norte y a una comida tan apapachadora como riquísima, es quizá todo lo que necesitamos para revivir. 

@chalinochino.mx 
Sinaloa 41, Roma Norte
Miércoles a domingo | 12 am a 7 pm

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