El pozole es quizás el equivalente al ramen en Japón:  un solo platón basta para estar hidratado, alimentado, calientito, satisfecho y hasta feliz.  Pero hay de pozoles a pozoles. Estos son 5 de nuestros favoritos alrededor de la ciudad:

1. Casa Licha

Este restaurante en Iztapalapa sirve comida guerrerense como pocos en la ciudad. El pozole se sirve verde o blanco: el verde se prepara con pipián y hoja de aguacate y el blanco es el tradicional, que toma su consistencia por el puerco y el maíz.

Si después del pozole queda espacio para algo más, este es el lugar para pedir (o compartir) un mixote, ese platillo incomprendido, envuelto en penca de maguey.

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2. Los Tolucos

En Guerrero el pozole es espeso, y así es en los Tolucos. Es blanco o verde y de puerco (aunque también está la opción de pollo): de maciza, lengua, sesos, cuerito o surtido. Encima lleva aguacate, cebolla y chicharrón.

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3. El pozole de Moctezuma

En la Guerrero, a espaldas de Reforma, hay un edificio de departamentos. Acércate al interfón y toca el timbre que dice “pozoles” para entrar a dos pisos donde sirven pozole estilo Tixtla, blanco y verde y en tres tamaños (hay que tomar en cuenta el mediano en realidad es grande). Aunque suene raro, puedes pedir mezcal en el pozole da ingrediente puesto cuidadosamente y en orden: caldo, maíz, cerdo, cebolla, chile, orégano, limón, aguacate, sardina y chicharrón.

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4. El pambazo loco

En las orillas del Mercado de Jamaica está esta cenaduría  Tienen varios tamaños de pozole para probar las demás cosas en su menú: pambazos, tamales y una larga lista de antojitos.

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5. Pozolería Teoixtla

 Verde como la esmeralda y terso como el terciopelo, el pozole de esta joya escondida en la colonia Roma es de esos platillos que apapachan. Por sí mismo, el lugar desentona con la oferta restaurantera de la zona: el servicio es malo y el local no es precisamente el más bonito, pero sí tiene el mejor pozole verde que hayas probado jamás –y a un precio bastante bajo–. Por sí mismo, un buen plato de este guiso vale la pena de cada olvido del mesero o esperar durante varios minutos, pues el local en la calle de Zacatecas casi siempre está abarrotado.

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