La mayoría de los romeritos (Suaeda nigra) que se consumen en la ciudad en las fiestas decembrinas y en Semana Santa vienen de Xochimilco y Tláhuac donde la mayoría de los productores son mujeres. A pesar de que este año fue complicado para todos, ellas esperan que sus más de 4 mil toneladas de romeritos sean las protagonistas en las cenas capitalinas y así seguir resistiendo esta pandemia.

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Don Pablo, productor de Romeritos en San Andrés Mixquic. Foto: SEDEMA

Aunque durante la cuaresma, a inicios de la pandemia, no tuvieron las ventas que esperaban, los productores de romeritos al sur de la ciudad no bajaron la guardia. Esperaron hasta octubre para volver a sembrar su producto y cosecharlo en diciembre, justo a tiempo para las fiestas. Sin importar la reactivación del semáforo rojo, sus ánimos no bajan y, hoy más que nunca, nos invitan a consumir productos locales.

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Aunque su nombre y aspecto pueden confundirse con la hierba aromática, pero los romeritos son más bien una especie de quelite. Foto: SEDEMA

Quienes cultivan esta planta nativa de México no sólo lo ven como un modo de vida, sino también como una forma de preservar su raíces. Muchos de ellos vienen de familias que se han dedicado desde siempre a cultivar este quelite y aseguran que su preparación en “revoltijo” —como llaman al platillo en varias partes del centro del país— viene desde tiempos prehispánicos.

Por qué comemos romeritos en navidad

Los aztecas preparaban diferentes tipos de hierbas a las que llamaban quilitl o quelite— que significa verdura o planta tierna comestible. Cada una de las más de 350 especies de quelite que existen en el territorio nacional tiene un modo muy específico para prepararse. La del romerito, por ejemplo, es un híbrido entre la gastronomía española y mexica.

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Originalmente los preparaban combinados con ahuautle, huevecillos de una chinche de agua conocida como axayácatl, los cuales tienen un sabor muy parecido al de los camarones. Durante la colonia, los monjes adoptaron a los romeritos como un alimento perfecto para los días de vigilia en los que estaba prohibido comer carne, incluyendo navidad. Sin saberlo, ellos comenzaron la tradición de mezclarlos con papas, nopales, mole, nueces y cacahuate.

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Ahora, con todas las opciones que uno tiene para cenar en estas fiestas, los productores de comunidades como San Andrés Mixquic en Tláhuac esperan que los romeritos continúen en el gusto de las personas. No sólo porque se trata de su principal fuente de ingresos, sino porque representan una de las tradiciones culinarias más antiguas del país. Por suerte, ahora cuentan con la ayuda del Gobierno de la Ciudad de México que puso en marcha el programa Altepetl.

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Esta iniciativa apoya a los productores con materiales, semillas y capacitación para mejorar la producción sustentable en la zona. También invita a las personas que puedan a acercarse directamente a los productores para surtirse de romeritos en esta temporada. La cosa es que esta actividad no frene y sobre todo, que resista a los tiempos tan difíciles que estamos enfrentando.

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