3 de las avenidas más caóticas de la ciudad –Constituyentes, Periférico y Parque Lira– forman un triángulo que paradójicamente acoge algunos de los sitios culturales más tranquilos y estimulantes, de fachadas modernistas que parecieran impenetrables, pero que son justo lo contrario. La de la puerta azul brillante es Archivo Diseño y Arquitectura, una cámara de maravillas que este mes nos ha dado otra razón más para visitarla: inauguraron una colorida sala de lectura que es cálida y relajada y familiar, dispuesta para consultar los más de 3 mil libros de diseño, arte y arquitectura que viven allí.

sala de lectura

©Sergio López.

Fabián Capello, un diseñador francés/londinense, creó el espacio como una suerte de capilla pop para el lector: a la sala, pintada toda de colores primarios, la rodea una serie de diminutos vitrales por donde la luz que apenas se filtra es ideal para ver un libro tras otro. Los muebles son resultado del reacomodo (desacomodo) de objetos populares mexicanos que son parte del la alucinante colección de Archivo y que crean una atmósfera rara pero familiar. Abrumante pero tranquila.

sala de lectura

©Sergio López.

La biblioteca está compuesta por dos colecciones muy especiales: la colección personal de Enrique del Moral –autor del mercado de la Merced y coautor con Pani de CU– de la que Archivo se hizo cargo, y una colección propia con las mejores ediciones contemporáneas de arquitectura, arte y diseño.

sala lectura

Como dijimos antes, esta sala de lectura es una razón más para visitar Archivo, pues la casa en sí es magnífica, con sus jardines laberínticos, sus grutas de paredes blancas, sus ventanas altísimas y, desde luego, su archivo.  Como el quehacer del jardín botánico con las plantas, Archivo resguarda (más de 1500) objetos de diseño –sobre todo mexicano– que son especies en riesgo de extinción; desde piezas icónicas de diseñadores o una silla partera hasta los saleros de taquería en forma de barrilito o un Tetra Pak de Boing.

sala de lectura

©Sergio López.

Además, Archivo retomó su mini cafetería, que aunque ya estaba allí no tenía servicio regular. Así que ya hay café (¡!) y bocados para disfrutar del jardín y frente a su espejo de agua –que es quizás uno de nuestros spots favoritos de la ciudad– sentado en sus sillas Bocachica o las nuevas sillas Dual de Rodrigo da Silva, leer.

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