Aunque el calor en la CDMX ya parece permanente, la primavera por fin llegó y con ello nuestras ganas de pasear, tomar algo fresco y contemplar una ciudad que florece.

El hanami 花見 es una tradición japonesa que consiste en reunirse para comer algo mientras se contemplan los cerezos en flor. Aunque ya tenemos un mapa para ver jacarandas y hacer un picnic en la ciudad, en esta ocasión decidimos darle un toque chilango a nuestro hanami y visitar el mercado de flores y plantas de Cuemanco y el Mercado de Jamaica para apreciar las flores mientras caminamos. 

Visitamos Cuemanco un domingo temprano, por lo que pudimos ver a varias familias que estaban ahí, al igual que nosotros, para ver las flores. Este espacio se ha convertido en el mercado de flores y plantas más grande de Latinoamérica desde su inauguración en 1993. Y aunque por algunos años no tuvo suficiente mantenimiento, desde hace un par de décadas el mercado ha experimentado remodelaciones, por lo que hoy es un favorito para los paseos del domingo. Durante nuestro recorrido pudimos ver algunas sospechosos comunes, como bugambilias, orquídeas, anturios y rosas, viejos conocidos, sin embargo, nos sorprendió ver árboles de cerezo japonés, ceibas y hasta flor de pasiflora. 

A diferencia de Cuemanco, en donde puedes comprar flores, plantas y árboles, el Mercado de Jamaica se especializa en flores y plantas de ornato, además de tener una sensacional oferta gastronómica. El disfrute de Jamaica es, sobre todo, sensorial: los camiones llenos de flores, los diseños tan variados en los arreglos y un ramo de flores fresco para iluminar la casa. Uno de nuestros puestos favoritos dentro del mercado está al inicio de la segunda nave, donde se encuentran flores silvestres no tan comunes. Tulipanes, girasoles y nardos se repiten luminosas en los pasillos. 


Visitar Cuemanco y el Mercado de Jamaica es una oportunidad para experimentar la primavera urbana:  al caminar entre las flores, percibir el aroma particular de cada una y perderte en sus colores y formas, se pone en práctica la contemplación de la naturaleza y lo efímero, la esencia misma del hanami japonés en pleno corazón de la Ciudad de México.