Antes de guardar fotografías, hace mucho que entre páginas de libros se guardan flores; en las librerías de viejo hay, cada tanto, un libro del que resbala una planta del siglo pasado. Por estética o botánica –que nadie argumenta que no sea maravillosamente estética también– desde tiempos inmemoriales las plantas se guardan en libros de aficionados amantes de sus formas, pero sobre todo en herbarios, santuarios de la historia vegetal del mundo. En México nuestro santuario botánico es el Herbario Nacional de México (MEXU) del Instituto de Biología de la UNAM, que custodia la colección más importante de plantas mexicanas.

El Herbario como tal existe desde del siglo XIX, aunque su historia moderna comienza en 1929, cuando la Universidad se vuelve autónoma y se crea el Instituto de Biología. Es entonces cuando las colecciones que formaban parte del Herbario del Instituto Médico Nacional y la Dirección General de Estudios Biológicos, se integran en la colección del Herbario de la UNAM.

Herbario nacional

Senecio praecox, conocido como “palo loco”. Encontrado en 1974 en el Pedregal de San Ángel.

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Cactácea conocida como “biznaguita de chilito” encontrada en Cerro Tacanco, en Santa Crux Acalpixca.

En las salas del Herbario –el más grande del país y de América Latina– se conservan más de 1 500 000 ejemplares herborizados (montados en cartulinas blancas) y protegidos en sobres individuales en las diferentes colecciones del acervo, como la de hongos, líquenes, frutas y semillas, algas, briofitas, maderas (xiloteca) o la más numerosa de todas, la de plantas vasculares, que guarda colectas del siglo XVIII, plantas extintas, descubrimientos de muchos lugares del mundo, especímenes exóticos o una interesante selección de ejemplares de la Ciudad de México, recolectados en lugares como el Desierto de los  Leones, Xochimilco o la zona del Pedregal. Aunque en realidad ninguna especie es endémica de la ciudad, de las plantas vasculares encontradas al menos la mitad son endémicas del país.

Al Herbario las plantas llegan de muchos modos y cada año se reciben alrededor de 20 mil nuevos ejemplares –desde donaciones de todo el mundo gracias a programas de intercambio, hasta colectas de los investigadores de la UNAM u otros herbarios– en donde quedan resguardadas pero permanecen muy activas. Contrario a lo que se podría pensar, esta no es ninguna colección en el olvido; al año alrededor de 1500 personas –mexicanos y extranjeros– pasean por sus salas en una febril actividad, pues en el estudio del material del Herbario se fundamenta una buena parte de la investigación botánica.

La mayoría de los visitantes son especialistas, pero el encanto del Herbario es que está abierto a cualquier persona interesada en aprender de las plantas. Es posible visitarlo siempre y cuando se argumente un motivo para hacerlo, que puede ser tan poético como una visita para la inspiración (Jan Hendrix, artista que se inspira en la botánica para sus obras, fue en varias ocasiones).

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Una de las salas de la colección de plantas vasculares.

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Gentiana spathacea conocida como “flor de hielo”. Recolectada en 1937 en las Lomas de la Ciudad de México.

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Phanerophlebia macrosora es el bombre científico de este helecho recolectado en el 2002 en el Desierto de los Leones.

Otro gran recurso pensado para divulgar el conocimiento científico, pero un genial hallazgo para  los curiosos amantes de la naturaleza, es que toda la colección está disponible digitalizada en el portal de datos abiertos de la UNAM. Las plantas en peligro de extinción no tienen datos de localización para protegerlas, pero el resto de los ejemplares tiene el nombre científico, localidad de colecta, la fecha y una fotografía de la especie herborizada en alta calidad.

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La hoja de un agave variedad angustifolia recolectado en Huajuapan, Oaxaca en el 2011.

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Dos agaricus placomyces al fondo encontrados en el Pedregal que se conservan en la colección de hongos.

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Hongos stropharia aurantiaca encontrados en el Distrito Federal.

Lo mejor, sin embargo, es visitar el Instituto de Biología y llegar hasta las salas del Herbario para aprender un poco de la actividad minuciosa y vital de la conservación botánica. Su colección es un sueño para cualquiera que se fascine con hongos deshidratados y guardados en pequeñas cajas, líquenes y algas del mundo, flores acuáticas, hojas de agaves cuidadosamente dobladas y toda la información que resguardan los encargados de cada uno de los catálogos. Si te interesa una planta en particular, es importante que conozcas su nombre científico para que el personal del Herbario la localice; los nombres comunes muchas veces cambian por regiones y pueden ser difíciles de encontrar. Si tienes una planta y no sabes que es, el Herbario ofrece un servicio de determinación, en el que expertos identifican las plantas. Para utilizarlo es necesario presentar las plantas herborizadas y con algunos datos elementales. Puedes consultar los requisitos aquí. Para visitar la colección del Herbario escribe con anticipación a [email protected] explicando los motivos de tu visita y tu interés particular en la colección.

El interés por las plantas es una larga tradición de nuestro territorio, uno de los más diversos en el mundo que exploradores y aficionados han recorrido por cientos de años. Observar maravillas vegetales en nuestro país es tan sencillo como caminar algunos pasos y mirar alrededor.

*Este artículo se escribió gracias al Herbario Nacional de México, y la información de la M. en C. Martha Olvera  y de la M. en C. Elvira Aguirre.

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