12 de enero 2018
Por: Carolina Peralta

Miguel Ángel de Quevedo “el apóstol de los árboles” de la ciudad de México

Le llamaban “apóstol de los árboles” y fue un gran urbanista de esta ciudad a principios de siglo XX. Entre otras cosas, creó los Viveros de Coyoacán.

Solemos tomarlo por sentado, pero vivimos en una de las ciudades más arboladas de Latinoamérica. Tenemos Reforma, tenemos las Jacarandas, que días antes de la primavera nos regalan nuestro propio Hanami en el (también) caótico paisaje de la ciudad. Esto, hay que saber, no sería así sin la figura de Miguel Ángel de Quevedo, cuyo nombre también tomamos por sentado porque lo lleva una de las calles más importantes de la ciudad.

Tras quedar huérfano de joven, Quevedo fue enviado a Francia al cuidado de su tío. Las visitas recurrentes a los paisajes pirineos, esa cadena montañosa llena de picos, valles, ríos y vegetación, hicieron que  despertara en Miguel Ángel el amor por el agua y los árboles. En Francia estudió ciencias e ingeniería civil e hidráulica. Y en 1887, Miguel Ángel de Quevedo volvió a la Ciudad de México.

Colorín o zompantle.

Desde los primeros años se dedicó a ser un “apóstol de los árboles” en esta ciudad que, aunque rodeada de bosque, se planificó sin mucha atención a la vegetación urbana. Basta ver el centro de la ciudad donde, a veces, apenas, se asoma algún arbusto o arbolito en las banquetas. Quevedo fue un botánico del asfalto y se encargó de difundir la importancia de la protección forestal, a hacer parques ,  sobre todo, se dedicó a plantar árboles.

Miguel Ángel de Quevedo no sólo fue un apóstol, como le llamaban, sino que fue también fue un profeta. Predijo la aniquilación de la ciudad como su destino trágico, debido a su profanación del lago: intuyó que la destrucción de sus ríos y lagos la inundarían en un punto. Trabajó en las obras de drenaje y desagüe en la ciudad y, según las condiciones de sus tiempos, se afanó por conseguir que el crecimiento forestal fuera proporcional al crecimiento urbano del Valle de México.

Hermann Hesse decía que “los árboles han sido siempre los profetas más sagaces”, testigos discretos que “si uno sabe escuchar, aprende las ley antigua de la vida (the ancient law of life)”. Parece que así lo hizo este hombre a quien le debemos gran parte de los árboles que nos rodean.

Entre muchas otras cosas, Miguel Ángel de Quevedo logró estas 4 en la ciudad:

1. Incrementó 800% las áreas verdes de la ciudad con el programa de parques urbanos que desarrolló.

2. En el gobierno de Porfirio Díaz, creó los Viveros de Coyoacán, que eran propiedad de su familia. Los ideó como un espacio que produjera árboles que pudieran luego ser distribuídos  por toda la ciudad. En su vida, Quevedo logró que los Viveros produjeran 2.4 millones de árboles.

3. Convirtió el Desierto de los Leones en el primer parque nacional de México.

4. Fundó la Sociedad Forestal Mexicana y en el gobierno de Plutarco Elías Calles, promulgó la primera ley forestal en el país.

El 15 de julio de 1946, Miguel Ángel de Quevedo murió en su casa de Coyoacán, a pocas cuadras de Los Viveros.

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