barrio de Santa Catarina
21 de marzo 2019
Por: Andrea Cinta

Breve recorrido por Santa Catarina Coyoacán: esquinas literarias y jardines sonoros

Esta pequeña caminata tiene algunos lugares especiales de Santa Catarina: la casa de dos escritores y una jardín inmenso, ideal para aislarse de la ciudad.

El término recorrer quiere decir atravesar un espacio o lugar. Efectuar un trayecto; registrar y mirar con cuidado andando de una parte a otra. A continuación proponemos un breve recorrido por una calle de sentido único (como le habría gustado a Walter Benjamin) en Coyoacán, para aislarse por un momento de la ciudad dentro de la ciudad misma.

La Colonia del Carmen, en Coyoacán, es un lugar lleno de tradición con algunos sitios interesantes que vale la pena recorrer a pie. La zona es un entorno pintoresco, con sus calles empedradas, enormes casas decoradas con colores muy vivos o fachadas de piedra y cantera habitadas a lo largo de la historia por personajes tan notables como Frida Kahlo, Leon Trotsky o Emilio “El Indio” Fernández. Estas residencias son actualmente museos y referentes obligados para quien visite por primera vez esta colonia.

Para salir del circuito tradicional, la Colonia del Carmen tiene otros lugares especiales. La intersección de las calles de Francisco Sosa y Salvador Novo, en el barrio de Santa Catarina, resguarda una de las esquinas más literarias que tiene la zona. En este lugar vivieron, en diferentes épocas, dos importantes poetas mexicanos: Salvador Novo y Octavio Paz. Aunque entre ambos no hubo muchas coincidencias literarias, sus casas se encuentran una frente a la otra en este rincón donde el silencio y la tranquilidad son residentes.

Fonoteca Nacional

La casa de Octavio Paz  –llamada Casa Alvarado por una leyenda que cuenta que allí mismo vivió durante algún tiempo el famoso conquistador español– es un edificio del siglo XVIII con elementos arquitectónicos de influencia mudéjar y morisca que fue declarado monumento histórico desde 1932, que después de su restauración se convirtió en sede de la Fonoteca Nacional.

Antes de entrar vale la pena detenerse frente a su portón para observar los detalles en el labrado de la madera. Ya en su interior, la Fonoteca tiene una pequeña exposición temporal de radios y gramófonos antiguos, además del enorme acervo de sonidos de su colección. Aunque, en definitiva, lo que más destaca es su extenso jardín sonoro. Allí uno puede esconderse del sol, leer un libro, tomar un café y escuchar, por ejemplo, el muestrario de sonidos de aves mexicanas que forma parte del acervo de la Fonoteca para despejarte de la cotidianidad urbana. Con suerte, a veces uno puede ver a la familia de gatitos que merodean entre los jardines de helechos. Además, la Fonoteca tiene un amplio calendario de actividades que puede consultarse aquí.

La casa de Salvador Novo y los Viveros

La antigua casa de Salvador Novo no está abierta al público y sólo es posible asomarse por las rendijas del portón de madera que la resguardan. La calle que lleva el nombre del escritor conserva un aire misterioso y encantador que recomendamos admirar con calma. Si uno camina por esa calle en dirección a la Avenida Progreso, llega a una de las entradas de otro espacio verde ideal para liberarse brevemente del estrés citadino: los Viveros. Los corredores y deportistas han elegido esta enorme extensión de terreno arbolado, fundado por Miguel Ángel de Quevedo,  para realizar sus entrenamientos debido a la burbuja de aire fresco que parece envolver todo el lugar.

De modo que, si ahora que llegó la primavera uno está pensando aventurarse por el sur de la ciudad, recomendamos este pequeño tramo de paisajes y arquitecturas escondidas. Unas no tan conocidas pero que evocan una ciudad que ya no existe del todo, salvo en estos recintos de tranquilidad que viven como pequeñas plantas surgiendo de la grieta en el asfalto.

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