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25 de agosto 2019
Por: Andrea Cinta

Audiorama en Chapultepec: para escuchar música bajita entre árboles altos y sentarse a leer

El Audiorama de Chapultepec es el mejor lugar para olvidarse por un rato de la ciudad. Dentro sólo hay música bajita y cómodas bancas para leer o descansar.

La contaminación sonora es un mal invisible… literalmente. A esta ciudad la navegamos con los ojos y la sufrimos con los oídos; el estímulo no para, nunca hay silencio. Tampoco en nuestras cabezas cansadas, entre cláxones, motores y vendedores, se apaga el ruido. Por eso hay que ir al Audiorama de Chapultepec y darle un respiro a los oídos. Ahí uno puede olvidarse por un rato de la ciudad, en el centro de la ciudad misma.

Para llegar a ese escondite natural hay que pasar por la Tribuna Monumental de la Primera Sección del Bosque de Chapultepec. El Audiorama está justo detrás. Además de los murmullos musicales, el espacio resguarda  la caverna de Cincalco, una gruta prehispánica que era considerada por los mexicas como un pasaje entre el mundo de los muertos y los vivos.

En el Audiorama sólo transmiten música bajita y bien elegida, que combina bien con los árboles altos que lo rodean. De martes a domingo hay melodías saliendo de sus ocho bocinas, estratégicamente puestas alrededor de las bancas de colores donde uno puede sentarse a leer o recostarse. La programación musical depende del día de la semana: de martes a domingo suena música clásica de 9 a 11 de la mañana, con excepción del domingo, que todo el día tiene música clásica. Los martes hay new age y los miércoles música tradicional mexicana; los jueves suenan melodías de España, Grecia o Brasil, los viernes jazz y los sábados chill out.

Hace más de 40 años que este espacio verde y callado existe como un respiro al ruido incansable. La construcción estuvo a cargo del Departamento del Distrito Federal y abrió sus puertas en 1972. Después de que lo inauguraran, Salvador Novo lo bautizó con el nombre Náhuatl de In xochitl, In cuicatl (En la flor, el canto). Dentro, además de las bancas y la música incesante, también tienen más de tres mil libros para prestar a los visitantes.

Las reglas del Audiorama son sencillas: no consumir alimentos, no entrar con mascotas, no fumar y, sobre todo, estar callado. Casi todos los asistentes respetan eso y además de la música, lo único que se escucha en ese espacio del bosque son algunas pisadas sobre la grava o los maullidos queditos de un gato que pasea seguido por ahí. Para todos los que quieran aislarse de todo y sólo escuchar, recomendamos visitar el Audiorama. Aunque si llueve, como tantos días en esta temporada, también tenemos esta lista de 6 lugares que son perfectos para escuchar la lluvia en la ciudad.

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