siglo XVIII

La iglesia de San Juan de Dios pertenece a los juaninos, una orden hospitalaria del siglo XVIII.

Antiguamente, en la Fuente de Salto del Agua, la gente cubría todas sus necesidades: desde lavarse la cabeza hasta darle de beber a los animales.

El Colegio y Capilla de las Vizcaínas se ubica en un edificio con 11 patios interiores que conservan sus pisos originales y una capilla churrigueresca.

En el siglo XVIII, la extracción acelerada de los metales requirió de la especialización de técnicos mineros y se funda el ahora Palacio de Minería.

Este es uno de los recintos históricos que dieron a México el nombre de "Ciudad de los Palacios".

Lo que comenzó como una modesta capilla, ahora se erige imponente y resguarda una escultura de la Santísima Trinidad.

Los días veintiocho de cada mes, cientos de personas asisten a venerar a San Judas Tadeo, el patrón para las causas difíciles y desesperadas.

En la Iglesia de la Santa Veracruz fue enterrado Manuel Tolsá, quien participó en la construcción de la Catedral Metropolitana, entre otras.

El PUEC es un espacio dedicado a la investigación urbana y las dinámicas sociales, económicas y ambientales.

El diseño original de la Catedral Metropolitana se atribuye a Claudio de Arciniega y era de cinco naves que podemos ubicar por los portones de la fachada.

En la planta alta de este edificio el pintor Joaquín Clausell plasmó todos los estados de ánimo por los que cualquier individuo podría transitar en una vida completa.

En la Galería de Arte de la SHCP podrás ver obras como el Mensajero Oportuno, El Quijote o los últimos murales que pintó Benito Messeguer.

El frente y construcción principal del Antiguo Colegio de San Ildefonso se remonta a una arquitectura civil del siglo XVIII.

Sus instalaciones tomaron su forma actual, luego de que el arquitecto José Miguel de Rivera las remodelara.

El Museo de la Caricatura tiene una historia extensa producto de movimientos sociales, económicos y políticos de México de los últimos 400 años.

El Palacio de Cultura Banamex abrió sus puertas en enero de 2004, después de dos años de restauración y acondicionamiento.

La historia de este espacio es parte de una iniciativa de la Fundación Herdez para promover el rescate, investigación y difusión de la gastronomía y cultura alimentaria de nuestro país.

El quemadero de la capital novohispana se ubicó frente al templo de San Diego, en lo que fueron los límites de la Ciudad de México.