Manos –mágicas– convierten una sólida bola de pasta en delgadísimos fideos. Fideos que vuelan ligeramente entre sus dedos y dejan una nube de harina. Algunos hemos visto estos videos en internet y soñado con tierras orientales. Y tal vez tengamos que seguir soñando con lejanos destinos pero los fideos aquí están. Y se encuentran en el sur de la ciudad. Sobre Insurgentes a la altura de San Angel (por donde estaba antes el Raffaello), abrió hace unos meses el restaurante chino Zohe. El Chef Pang –que dicen lleva una década dedicándose exclusivamente a este platillo– lleva a cabo el pequeño performace de pasta voladora frente a los comensales.

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A modo de botana, sirven una cortesía de pasta frita (esa misma pero en chips), verduras encurtidas y varias salsas con picante y soya. Toda su carta es tradicional china. Los chefs de Zohe vienen de distintas regiones dependiendo de su especialidad. Los camarones Kun Bao, de la provincia de Sichuan, al parecer llevan más de 150 años y fueron capricho de un gobernador que buscaba la combinación ideal de los 4 sabores: dulce, salado, agrio y picante. La porción es generosa y se puede compartir con arroz y vegetales al wok, que van salteados con mantequilla y son uno de los platos favoritos de la casa.

zohe

En cuanto a la pasta –que a eso venimos– hay 3 tipos de noodle artesanal: Lan Zhou con caldo de res –platillo estrella del Chef Pang–, Lan Zhou al wok con láminas de res y salsa típica y el Shan Xi con caldo de tocino. La pasta está hecha al momento y su textura es particular. Más rica y gruesa que de costumbre.

Otras recomendación del Zohe son los dumplings, el pato laqueado –que lleva 24h de preparación–, los rollos agridulces –según la carta son el aperitivo más antiguo de China– y el pescado floreado. En cuanto a lo dulce, la gelatina Guilin desconcierta por ser un postre que se bebe, una especie de té negro con trozos de gelatina flotante y una fresa. También tienen bolas fritas de plátano caramelizadas (perfectas para los amantes del azúcar y poco prácticas para quien no soporte los dedos pegajosos), leche frita y más.

El espacio es amplio. Cuenta con una sección interior, patio con zona de fumar entre semana y salas para eventos privados –donde se rumora que grupos de chinos van a comer y terminarse botellas enteras de licores hechos de sorgo, arroz y trigo.

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Zohe lleva poco tiempo abierto, es fácil encontrar reservación, donde estacionarse (hay valet parking) y queda cerca del metrobus. Sus precios no son especialmente bajos pero la comida es abundante y sabrosa. La clientela, tal vez debido a su proximidad con la embajada, es en gran parte china. Así que por su sabor, servicio e inolvidables noodles es sin duda un gran hallazgo.

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