Sorbo no es un bar: es una pausa. Está en la Escandón, cabe en una sola respiración (es mini) y solo existe de jueves a sábado, eligiendo cuidadosamente cuando existir. No hay cocteles, no hay multitudes, no hay menú largo. Solo vino —bueno— y espacio para dos o tres conversaciones que sí importan.
El espacio es tan pequeño que entrar con mucha gente rompe la magia. Aquí no caben multitudes ni sobremesas ruidosas. Solo tú, tu date o tu mejor amiga, y el vino —que es lo único que hay. Pero eso no significa poco. La selección está hecha con tanto cuidado que cualquier opción, ya sea por botella, por copeo o por recomendación del dueño (que acierta siempre), se siente como una elección precisa. Probamos blancos, un naranja y un espumoso memorable.
Hay algunas botanitas para acompañar: aceitunas, por ejemplo. Nada que compita con el vino, solo lo justo para seguir la conversación. La luz es de velas y el ambiente tiene esa calma que solo se da cuando alguien arma un espacio con verdadera intención. Sorbo es ideal para después de cenar o antes de otro plan. Una copa, o dos, en un lugar que parece existir solo para ese momento.
@sorbmomx
Ingenieros 41, Escandón
Jueves a sábado 5 – 10 PM