Mibong cumple 17 años. Si pensamos en la cantidad de restaurantes, tiendas y cafés que han abierto y cerrado sus puertas en la Condesa en los últimos 17 años, Mibong es un sobreviviente donde los haya, un lugar que atenta contra la frivolidad de lo que viene y va sin dejar huella. Su resiliencia se explica sola. Este restaurante de comida “inspirada en el suresete asiático” es parte del catálogo de afectos de los que conocemos esta colonia desde que no había mucho más oferta que La Panadería (ya en sus últimos años), la Fonda Garufa, el imprescindible SEPS, y una soñolienta y arbolada avenida Ámsterdam. Pero su inmenso mérito es ser parte del catálogo de afectos de las nuevas generaciones.

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Sopa de coco con pollo

La chef y fundadora, Lis Maíz, estudió cocina en Tailandia y pasó varios meses comiendo por todos lados para ganar confianza y entender los sabores que se mezclan allá. Incluso trabajó en un puestito callejero que estaba bajo su casa. La cocina del Mibong, sin embargo, no es tailandesa ni vietnamita, como algunos creen, es más bien una cocina inspirada en el sureste asiático donde se sirven platillos interpretados por Lis. Es desde luego también una adaptación de esa cocina con los productos frescos que se consiguen en México: un género en sí mismo que cabe decir que no está nada mal.

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Rollos primavera

En 17 años se han formado platillos que ya son emblemáticos, de esos que son tan específicos que insisten en tu antojo hasta que regresas a saciarlos. Está, por ejemplo, la sopa de coco con pollo, que en ningún lugar sabe tan rica; los rollos primavera; el delicioso pho de res que ha pasado por varias transformaciones de ingredientes y hoy está mejor que nunca; y uno de sus más afamados: el pad thai.

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Pho de res

Mibong es a la vez un paraíso para los vegetarianos y veganos, para los que no comen gluten, lácteos y demás. Y los cocteles –como el martini de sake y té limón o el Tai Gin Gong de ginebra, té tai, leche evaporada y un toque de controy– son como estar (uno imagina) sentado en una playa de Bali escuchando vaporwave.

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Tai Gin Gong de ginebra, té tai, leche evaporada y un toque de controy.

Una de las cosas que han hecho de Mibong un verdadero lugar de confianza es su decoración, que no ha cambiado mucho desde los 90. Los espejitos insignes por todos lados, las lámparas de colores, el acuario, las sillas… todas cosas que le dan al comensal la sensación de estar en un lugar genuino. Genuino en su propio género que, como dijimos arriba, tiene su propio encanto, su propia delicia.

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Una de nuestras más consistentes paradojas es que a veces olvidamos lugares porque siempre están allí. Mibong cumple 17 años y este es un recordatorio de que está allí, consistente como su paradoja, y que la comida es deliciosa y te hace sentir bien.

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