Hace algunos años, en una fiesta en Casa Teo, la chef Daniela Soto-Innes me preparó un trago con gin que todavía recuerdo con cariño. De aquella ocasión, juré que nunca, ninguna otra cosa, perduraría tanto tiempo en mi memoria. Al menos no sin la intención de hacerlo. Sin embargo, cuando visité Gia, en la esquina de Aguascalientes y Alfonso Reyes, algo en su atmósfera me hizo sentir que se convertiría en un clásico de clásicos.
Tal vez sea no solo porque es acogedor, inspirado en los diners neoyorquinos, sino porque el calor que emana de su cocina inunda el salón justo cuando afuera cae una tormenta digna del verano. En el ambiente siempre hay risas, pláticas sinceras —mientras esperaba mi comida, por ejemplo, había un grupo de amigas riendo a carcajadas, cuyo chisme me hizo añorar a las mías. Además, las mesas están tan bien acomodadas que no te hacen sentir invasor de los otros comensales.
Pero la protagonista de Gia es, por supuesto, la comida: platillos que cuentan una historia. Probé unas almejas chione gratinadas con panko que eran un sueño vuelto realidad, una ensalada de apio cuyo centro escondía queso azul y nuez pecana, una green goddess que me llevó al olimpo griego.
Después, un clásico de la casa: pappardelle bolognese, pasta que sabe tan fresca como el olor a tierra mojada justo después de la última gota que cae de la nube, y una pizza de mortadela, burrata y pistaches con una salsa de tomate que hace feliz a cualquiera. Sobre las pizzas de Gia, vale la pena decir que los sabores se mezclan entre ingredientes locales e innovación de la chef —que, debo confesar, se ha vuelto mi favorita.
Los postres son cosa aparte: un banana splitz remite a la infancia de cualquiera de nosotros, cuyos fines de semana se pasaban en el parque, y un bizcocho con chocolate de ensueño. Pero quizá una de las joyas ocultas del menú de Gia es la panna cotta con mango fresco, que se sirve con flores blancas que hacen pensar en un jardín lleno de ellas, como si se estuviera en un picnic.
Claro que el esfuerzo de Gia no solo es de Escobosa, sino de la copropietaria Isa Freydell, quien está a cargo de conseguir los ingredientes más frescos y de la carta de vinos, lleno de maravillas provenientes de diversas regiones de México y de Europa. Se trata de un lugar hecho tanto para el desayuno como para el brunch y la cena. Cualquier persona que pase por ahí, es bienvenida a sentarse en la barra a comer algo o a disfrutar de la terraza mientras se toma un drink de la casa.
He de confesarme: Gia es uno de esos lugares que se quedan en la memoria de quienes lo visitan en tanto su comida, hecha desde el amor a la cocina, y su atmósfera, como si se tratara de la extensión del hogar, hacen agradecer estar vivos hoy.

Aguascalientes 237, Condesa
Lunes a sábado | 2 a 11 pm
Domingo | 2 a 7 pm