En una zona muy concurrida en la esquina de San Cosme, en la Santa María la Ribera, está el Timón de Cortés: un lugar para pasarla bien en familia. Ahí se toma, se come, se baila y, lo más importante, se canta karaoke en un escenario frente a todos. La decoración es puramente marítima. De hecho, el lugar es alargado para similar un barco y en la proa está el timón.

Hace 10 años, El Timón de Cortés se llamaba La Cita y estaba en otro lugar de la Santa María, que es la colonia consentida del dueño, Frumencio Guzmán Cortés. El nuevo nombre hace honor a su segundo apellido, y lo del timón es porque solía ser intendente naval. Don Fumencio fue marino de agua dulce y salada varios años hasta que cambió de giro su vida y decidió dedicarse por completo a servir. “Lo que más me gusta es ver feliz a la gente y qué mejor que cantando”.

El Timón de Cortés

De comer en El Timón de Cortés

El Timón de Cortés tiene una barra muy completa con todo tipo de destilados que se pueden pedir por copa o botella. Don Frumencio les recomienda que pidan el mezcal porque viene de San Dionisio Ocotepec y es 100% artesanal. De comer hay prácticamente todo; botanas, sopas, tortas, tacos, hamburguesas, cortes de carne a la parrilla y mariscos. Una carta amplia como uno esperaría en un lugar generoso.

Ir al Timón de Cortés es una muy buena idea. Es un plan diferente, con precios excelentes, servicio amable, ambiente muy alegre y, la cereza del pastel, el escenario con escenografía naval. Cuando es tu turno de cantar te llaman al escenario y por todos lados hay teles para que los demás asistentes puedan seguir las canciones y cantar también. En el Timón se canta de todo, no hay ninguna canción que no esté; norteño, rock, pop, tropical, rancheras…

columpios de barco escenario

La gente que conoce El Timón de Cortés lo recomienda porque la pasa muy bien. Los viernes además del karaoke hay un grupo que toca intercaladamente rock de los 60 y 70 en dos turnos de 8 a 9 y de 11 a 12. Abren todos los días desde las 8 am para desayunar y hasta las 2 am, dependiendo la hora a la que se vaya el último asistente. En la entrada hay una barra de café que da a la calle en la que te sientas en unos columpios y se puede fumar.

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