comedor internacional

Fuimos a Marie Callender’s, un local especializado en repostería de Estados Unidos. Toda la variedad de postres que forma parte de nuestro imaginario —crumbles, pays de fruta fresca y pan glaseado— son los protagonistas de esta entrega.

comedor I

Comedor Internacional es una historia sobre personas de todo el mundo que vinieron a vivir a la Ciudad de México y sobre los sabores que más extrañan de su país. Es también un punto de encuentro entre la gastronomía global y los restaurantes que la preparan en su versión más auténtica.

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Laura Elliott aprendió español para cumplir un requisito escolar. No imaginó entonces que, tiempo después, nuestro idioma no sólo le sería útil en la vida cotidiana, sino que se convertiría en su herramienta de trabajo en la Ciudad de México, donde vive desde hace nueve años. Creció en Monte Vista, un pueblo agricultor de Colorado, rodeada de niños mexicanos que, de manera permanente o durante las cosechas, fueron sus compañeros de clase. Comió muchas veces en restaurantes Tex-Mex, pero también en locales de comida auténtica, de propietarios mexicanos. No quería tomar clases de español (confiesa, por cierto, en perfecto español) porque estaba segura de que no iba a necesitarlo, pero era la única opción presencial, y su maestro le enseñó, además del idioma, detalles sobre la cultura de nuestro país. Ya en la universidad, entró a un programa que terminó con una estancia de 10 semanas en Oaxaca, donde se enamoró de los colores y la gente, pero sobre todo de una sensación de libertad y despreocupación que aún hoy le cuesta poner en palabras. Cuando se fue, inevitablemente, quiso volver. Y cuando volvió, ya no fue a Oaxaca, sino a la Ciudad de México.

laura elliot

Laura Elliott en Marie Callender’s

Al principio le daba miedo la inseguridad, pero hoy sus mayores quejas son el ruido y el tráfico. Ha vivido en la Narvarte, San Pedro de los Pinos, la Roma y Santa María La Ribera, barrios que le gustan y conoce bien. Laura es traductora especializada en textos literarios y hace poco fundó Idiomatics, su propia empresa de servicios lingüísticos: “No sé cómo describirlo, pero me siento más libre. Hay más flexibilidad; puedes ser más creativo y arriesgarte sin tanto miedo de fracasar”.

Marie Callender's

Marie Callender's

Nos cuenta todo esto en uno de los gabinetes de Marie Callender’s, un diner clásico en la Del Valle, frente al Parque Hundido. Su especialidad, desde su fundación en Estados Unidos en 1964, son los postres (aunque la carta tiene un poco de todo). La inclinación por lo dulce se nota desde la entrada, donde una variedad enorme de pays, pasteles, roles de canela, ratoncitos de trufa y hasta pan de muerto abarrota unas vitrinas iluminadas por luces de neón.

Laura es vegetariana desde hace un año y medio. De lo contrario quizá nos hubiera recomendado Pinche Gringo, en la Narvarte, con una combinación genuina de BBQ y música country y bluegrass. Pero la verdad es, también, que tiene un espacio en su corazón reservado en exclusiva a los sabores dulces. Nos sugirió este lugar porque es uno de los poquísimos que preparan pay de ruibarbo (una planta perenne, de apariencia similar al apio, pero rojo), cuyo sabor la remite de inmediato a su pequeño pueblo en el sur de Colorado. También a los potlucks, las tradicionales fiestas en las que cada familia contribuye con algo, ocasiones en las que siempre hay una mesa llena postres caseros preparados por las reposteras de cada casa. Pero, sobre todo, la devuelve al huerto de su mamá, donde el ruibarbo crece espontáneo y en abundancia.

La abundancia de postres en Marie Callender’s

Marie Callender's

Marie Callender's

Aprovechamos para pedir un pay de calabaza perfectamente especiado (justo ahora está en temporada y hay que aprovechar); un pay de manzana calientito con helado de vainilla; un New York-style cheesecake con blueberry, y un pay de nuez ligeramente glaseado y un poco crocante (éste ganó la votación general). Y claro, café. La carta incluye pays de queso y de crema, galletas, postres de temporada y hasta alguna invención local (como el pay de mamey), por lo que elegir es difícil, pero no hay forma de equivocarse: todo está rico.

¿Cómo ha sido para ti ser vegetariana en la Ciudad de México?

De alguna forma siento que es más fácil porque hay más comida fresca, hay más frutas y verduras frescas. También la comida de calle, en los puestos hay elotes, puedes pedir las quesadillas con flor de calabaza, champiñones o espinaca. A veces me cuesta la parte más social, ir a una fiesta, especialmente cuando es una familia y que la mamá hizo la cena.

¿Qué es lo que más trabajo te ha costado de adaptarte a la cultura mexicana?

Yo bromeo con eso de la impuntualidad: me cae muy bien porque yo siempre era impuntual, cinco o 10 minutos. Eso me gusta, no hay tanto estrés. Lo que luego me molesta es que parece que las personas no quieren decir “no” cuando realmente lo que quieren decir es “no”, en amistades o incluso en cosas profesionales. Pero ya también entiendo el código un poco mejor y ya empecé a hacerlo yo.

¿Qué es lo que más disfrutas de la vida cotidiana en la ciudad?

Me gusta poder caminar al súper y a todos lados. Ahí donde crecí, para ir al súper son siete millas [11 kilómetros] y tienes que ir en coche, porque ni siquiera hay caminos buenos para bicis. Puedes encontrar lo que quieres, amigos que realmente son tus amigos, que tienen muchas afinidades. Y actividades: puedes probar bailar salsa, luego algo de música y luego salir los fines de semana y hacer hiking. Hay miles de actividades y puedes ir probando y viendo qué te gusta, qué no te gusta y no pasa nada.

pasteles

EL MENÚ SUGERIDO POR LAURA EN MARIE CALLENDER’S

Rhubarb sour cream pie (pay de ruibarbo).
Pay de calabaza.
Cheesecake, NY-style, con blueberry.
Pay de nuez.
Pay de manzana con helado de vainilla.
Café negro.

COSTO POR PERSONA

147 pesos, en promedio.

TIP DE EXPERTO

Pide los pays por rebanada, para compartir. Si quieres probar el pay de ruibarbo, es indispensable hablar un día antes para solicitarlo, ya que sólo lo hacen por encargo.

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