La ruta de la seda
30 de noviembre 2018
Por: Lucia OMR

La ruta de la seda: la pastelería de los sueños de quien le guste el matcha y el pastel

La ruta de la seda es de las mejores reposterías de la ciudad, y fue la primera en lograr que más del 70% de sus insumos sean orgánicos certificados.

Si de repostería fina se trata, el Café Ruta de la Seda es un punto de referencia ineluctable. Desde que abrió en el verano de 2007, esta “ecopâtisserie” –que es como se describe a sí misma­– ha estado siempre abarrotada de comensales, tanto era su éxito. La fila para sentarse era tan larga que la mayoría nos limitábamos a comprar algún pan para llevar. Sin embargo, hace unos meses la Ruta de la Seda abrió un nuevo local sobre Miguel Ángel de Quevedo, logrando que la clientela se distribuyera mejor y que la espera sea menos.

Tanto café como casa de pastelería orgánica, esta eco-repostería sobresale en el mapa por sus caleidoscopios de sabor así como por el perfeccionismo con que todo es preparado.

El matcha, que es una de las especialidades de la casa, es un ingrediente protagónico en sus postres. Uno lo puede encontrar en el pastel de té verde Kioto, en el pastel de matcha y chocolate amargo Fetiche, o en el croissant con pasta de matcha y limón. El Spleen, pastel de flores de violeta y vainilla, y el Toutchocolat, con mousse de chocolate amargo, son igual de irresistibles. Y el pastel de lavanda, que sabe exactamente a lo que huele la flor.

Otro rubro donde la Ruta de la Seda es inigualable es el de sus tartas, que son de una delicadeza excepcional. En particular, recomendamos la Tarte Tatin, la de mamey y la clásica de dátil con nuez. Pero la oferta de repostería es mucho más amplia y seductora: se extiende desde los teacakes, hasta las galletas y éclairs, pasando por la pastelería de temporada. Entonces, uno tiene que ir preparado para estar indeciso al momento de ordenar, querer llevárselo todo, y quedarse con ganas de volver a probar más.

Aunque la Ruta de la Seda se ha vuelto famosa por ser una elegía a la buena repostería, desde su fundación ésta ha sido también un arca de tés, cuidadosamente seleccionados. Tienen mezclas a base de té verde, rojo, negro, blanco, oolong, o las variedades sin cafeína rooibos y honeybush. Todos con un sabor intenso, con acentos florales o de especias, pero con sabor a sí mismos.

Tanto el local de Pino (en Coyoacán) como el de Miguel Ángel de Quevedo sirven también comida para desayunar o almorzar. Tienen gran variedad de emparedados gourmet hechos con pan orgánico de la casa. Además de estas ciabattas, baguettes y brioches rellenas, hay quiches, croquemonsieurs, tartines y muchas ensaladas. La Ruta de la Seda ha adquirido tanto renombre que se ha asociado con el café Las puertas del paraíso para vender su pan en otra zona de la ciudad.

La chef Yuny Legorburo fundó Ruta de la Seda pensándolo como un proyecto repostero enfocado en apoyar la agricultura orgánica y el comercio justo. Tan grande y sostenido ha sido este compromiso que, al día de hoy, colabora directamente con más de 40 comunidades y empresas sustentables de todo el país. La Ruta de la Seda ha establecido, además, alianzas con los productores asiáticos del té que seleccionan e importan cada año.

La propuesta culinaria de Legorburo está informada no sólo por esta visión ecológica sino también por la investigación que durante años realizó sobre harinas alternativas e ingredientes regionales. Han procurado que entre el 70 y el 80% de sus insumos sean orgánicos certificados, y no usan ninguna clase de endulzantes artificiales.

Así, en la Ruta de la Seda saben perfectamente de dónde proviene cada ingrediente que usan. Es por esta preocupación por el comercio justo, el respeto a la naturaleza y el amor por los alimentos orgánicos que valoramos tanto a la Ruta de la Seda y los invitamos a probar sus postres sublimes.

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