Blu Café tiene 6 años existiendo en la Portales, es uno de los lugares favoritos de los vecinos y, ahora que lo conocimos, también nuestro. El local es pequeñito y apenas le caben dos mesas, pero justo eso es lo que le da esencia, porque se convierte en un espacio casi íntimo donde uno más que desayunar o beber café, va a hacer comunidad y buenos amigos.

 

local-blu-cafeQuetza, Paola y su mamá Lorena, son las encargadas de Café Blu, un negocio que desde el inicio comenzó como un proyecto familiar que ha sabido resistir a los tiempos. Según nos cuentan, su papá quien inició con la idea de poner una cafetería y poco a poco fue contagiando a sus hijas hasta que, justo a un lado de su casa encontraron el local perfecto para iniciar su proyecto.

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En ese lugar duraron sólo un año, pero eso no los detuvo, ya que decidieron montar el negocio en su cochera, que es donde permanece el café. Fue allí donde Quetza y Paola decidieron darle un estilo más kawaii utilizando como decoración los juguetes, cuadros e ilustraciones que han tenido desde la infancia. Al ser diseñadoras, su buen ojo les permitió crear un espacio agradable donde a uno se le va la mañana sin que se dé cuenta.

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De hecho, Blu, al igual que otros cafés en la ciudad, es un punto de encuentro para artistas independientes que quieran vender o presentar su trabajo. Si bien, por cuestiones de la pandemia, las actividades presenciales están muy limitadas por el momento, Quetza no descarta la idea de volver a organizar bazares de ilustración o mini-exposiciones de creadores emergentes.

El menú de Blu Café

El menú de Blu es breve, pero muy cumplidor. Recomendamos mucho visitarlas para desayunar y probar sus chilaquiles que tienen un toque 100% casero. Dicen que sirven exactamente la misma comida que ellas quisieran probar para sentirse bien y vaya que lo logran, porque cuidan cada detalle para tu platillo sea único.

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Por otro lado, su café, que viene del molino La Finca Lina, combina perfecto con los pasteles decorados y galletas —que se han vuelto muy populares— con la misma temática del local o con alguna celebración. Por ejemplo, cuando nosotros los visitamos estaban celebrando que encontraron a su gato perdido, La Nutria, y por eso decidieron dar café y galletas en forma de gato de cortesía.

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También conviene visitarlas a la hora de la comida, cuando el menú se vuelve un poco más generoso con hamburguesas y sándwich. Aunque, si algo podemos decir, es que sin importar la hora, uno siente el amor por las cosas bien hechas desde que cruza la puerta y es quizá esa la principal razón por la que los vecinos han abrazado tan bien este café que sin sospecharlo ya es un ícono de su colonia.

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