Café Trevi es rojo en las sillas, los manteles, los letreros y los uniformes de las meseras. Es rojo y lo sabemos desde lejos, viéndolo en su isla imperturbable y carmín en un Centro Histórico que cambia todo el tiempo. Desde su discreta esquina de la Alameda, brilla con la luz de su color estridente, y la de sus lámparas blancas quirúrgicas, que encienden por las noches. Hace poco nos enteramos que la esquina que lo alberga tal vez desaparezca; el edificio fue vendido y los vecinos y habitantes pelean por no tener que partir.

Café Trevi

Por su color rojísimo y su pronta partida (una que esperamos que quede en promesa sin cumplir pues los vecinos se están movilizandoCafé Trevi es nuestra opción evidente para pasar el Día de San Valentín, esa celebración extraña. Sin menú especial ni velas de pretensiones románticas, Café Trevi es un escenario delicioso si uno quiere un rato especial, solo, acompañado, triste o feliz. Hay sillas para todos pues rara vez se llena.

Además, el jueves 14 de febrero tendrán tres bandas en vivo, tocando rock and roll para hacerle honor a la estética cincuentera. A partir de las 8 de la noche y hasta las 11, la entrada es libre y, como todo ahí, no hay que reservar, sólo llegar a tiempo. Antídoto perfecto para los que busquen, en un día complicado, optar por lo sencillo. Y sentarse a una mesa que tiene escrito en cada pequeño mantel “Trevi: la fuente de los deseos”.

Café Trevi

Café Trevi

Mucho se ha escrito sobre el Café Trevi: su origen italiano, su histórica resistencia, su sitio imperturbable o escenografía perfecta. Con todo, es uno de esos lugares que están mejor descritos en imágenes que con palabras. Tal vez por eso ha sido escenario de tantas producciones. A nosotros nos gusta la sencillez confiable del espacio; los pequeños corazones de San Valentín que decoran los espejos y cuelgan de la barra. Los odiaríamos en cualquier otro lugar –uno menos especial– pero aquí nos encantan, y parecen estar, como todo en el local, exactamente en su sitio.

Hay que ir al Café Trevi para despedirnos de un pedazo rojo que es una de las mejores versiónes del Centro Histórico. Tal vez los dueños de los comercios del edificio (como Tortas Robles) logren imponerse y no perdamos los cafés lecheros o los neones de película, pero mientras esperamos la buena noticia, podemos visitarlo. Consumir, estar, ir a los eventos que planean como resistencia pequeña a su próximo desalojo. Para que no olvidemos que el Café Trevi existe.

Café Trevi

* Ganó la gentrificación. Hoy nos enteramos que, después de dos años luchando y varios litigios, el Café Trevi cerrará sus puertas, ahora ese pedazo rojo de la Alameda le dará paso a un espacio de coworking. Sin importar lo que pase, para nosotros ese lugar va a ocupar un lugar muy especial en nuestros recuerdos. Te vamos a extrañar mucho, Café Trevi. 💔

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