Sones y sonideros; marimbas y mariachis; bandas, tríos y organilleros; rancheras, boleros y sonecitos de la tierra: la Ciudad de México es hogar de muchas tradiciones musicales vivas, muy vivas, que perduran con o sin el apoyo de instituciones gubernamentales, fuera o dentro de los circuitos comerciales, porque el arraigo es real y profundo. Es música autónoma.

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Culturas musicales en la Ciudad de México

La primera cuestión es definir los términos. El título “culturas musicales” es una propuesta de Gonzalo Camacho, doctor etnomusicólogo de la Facultad de Música (Escuela Nacional de Música) de la UNAM, a quien, como investigador, ya no le resulta operativo utilizar los términos “popular” o “tradicional”: “Yo propongo que hablemos de culturas musicales, porque hablar de música tradicional o música folclórica se opone a música culta, y me parece que hay que evitar reproducir esa desigualdad que se da dentro del lenguaje, como si esta música no fuera música culta”. Nosotros le pusimos “popular” porque, bueno, también es eso: la música relativa al pueblo, la que nace del pueblo. En ese sentido, menos la música clásica y la experimental, todos los géneros de esta guía son “populares”. Ojalá popular no tuviera connotaciones negativas; no debería tenerlas. Como ciudadanos que todos los días escuchamos música en nuestras calles, también habríamos de partir del respeto a la diversidad que profesan los etnomusicólogos.

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El son de ida y vuelta

En México, dicen, hay tres raíces: indígena, española y africana. Pero Camacho rompe este esquema. La tesis de la triple raíz es disputada: el origen de la música mexicana es un fenómeno mucho más complejo, ya que el sustrato prehispánico tiene a su vez muchos otros sustratos, y lo mismo ocurre con el español y el africano.

música autónomaDe este embrollo de raíces se conforma, hacia finales del siglo XVIII, algo que ya se puede considerar como música mexicana. Camacho lo explica: “Se llamaban aires nacionales o sonecitos de la tierra, porque se oponían a las prácticas musicales europeas. Pero sucede como con el rock —que empieza como una cosa y luego deviene en metal o en punk, o en rock progresivo­—, los sonecitos de la tierra se expanden y adquieren características peculiares en cada región; no obstante, esas diferencias siguen teniendo ciertos elementos en común y la historia de todas estas prácticas se construye como una oposición a la música europea. Se opone en un sentido simbólico, es decir, ésa es ya la música que nosotros estamos denominando como nuestra, cantada en nuestro idioma, no hecha por compositores europeos ni españoles, y el pueblo se siente identificado con ella. Es una apropiación, en ese sentido, de la comunidad, que después se va a transformar en los íconos del nacionalismo mexicano”.

Durante el tumultuoso siglo XIX, los sonecitos incorporaron muchas otras influencias: llegaron los estadounidenses y los franceses con sus ejércitos y sus bandas militares, las polkas, los valses, las mazurcas, los bailes de salón, etc. Fue principalmente en las ciudades de Puebla, México y Veracruz donde se incubaron estos sones, ciudades donde el capital atraía a los trabajadores y a los extranjeros, donde todo se mezclaba. Como ahora, de ellas partían a regiones remotas en las serranías y costas nuevas canciones, instrumentos y formas de composición. Así, en un ir y venir constante de influencias, de modas, de caprichos y accidentes, se fueron constituyendo las diferentes vertientes de la música mexicana tradicional.

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La Sonora Santanera

Los sones que se empezaron a escuchar en Puebla, en Veracruz y en la Ciudad de México; los que después se diversificaron, a partir del contacto con la gente de los pueblos, en provincias; los que se transformaron en norteñas, música de banda, boleros, sones, regresan ahora a la ciudad o se van a Estados Unidos con los migrantes y continúan su transformación sin fin. ¿Cómo sonará el mariachi del año 2200?

Radio 710 am del Imer transmite música regional todo el día. Escucha Cuando México canta, diariamente desde las 17 horas, o Paso del Norte, a partir de las 18.

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