En Café Tacobar el bartender es soberano del lugar. El espacio, incluso, está dispuesto para que así lo sea. El local es miniatura y angosto y lo atraviesa una barra como un espigón marino. Detrás, Khristian de la Torre sirve tragos y te ve a los ojos cuando le das el primer trago. Así sabe si te gustó, pues las recetas vienen todas de su cabeza, de su paladar experimentado y viajes. Los tragos son, desde luego, la especialidad.

El nombre de Khristian de la Torre es casi una marca entre el mundo de la coctelería. Desde hace años ha estado en las barras de lugares como M.N Roy, GinGin, Leonor, Merotoro, Artemisia, Sesame. Ha deambulado por las barras y cocinas de la ciudad y por rincones del mundo con insaciable curiosidad. Café Tacobar, su proyecto propio, es una síntesis de ello; una barra que desde las 9 de la mañana ofrece café bien hecho, tacos en tortilla azul, cerveza de caguama Cartablanca en vaso y cocteles muy especiales.

En Café Tacobar no hay (sobre)diseño de identidad ni concepto que lo sostenga. Antes, en un bar, el dueño escogía el nombre, la decoración, el menú, la iluminación y decoración. En Café Tacobar Khristian pensó el concepto, eligió el nombre e hizo desde los bocetos hasta la carpintería del lugar. Escogió el piso de ajedrez, la madera chapeada de la barra, el color palo de rosa de las paredes, la luz amarilla que diluye la noche y espesa la atmósfera.

El trago insignia de Café Tacobar es quizás el salmoncito, un trago rosa que lleva ginebra, toronja, campari y agua tónica. Casi todo es hecho en casa, incluso el vermut, con el que hace dry martinis o mezclas con mezcal y licor de cereza, también hecho en casa. La cerveza la sirve en vaso y es de caguama Cartablanca. Los carajillos –que saben bien como el café que perfuma con especies– siempre están al 2×1. Además tiene una carta de tacos, cuya estrella es el de chilorio. Todos vienen en tortilla de maíz azul y que incluye en paquete con cerveza todos los días, de 2 a 7 de la tarde.

El servicio de Khristian no es complaciente sino franco, y su lugar también. Y esa es quizás su pepita de oro. Aquí, los clientes, entre los que destacan grupos de chefs y bartenders de la ciudad, se quedan hasta tarde; hasta que él decide bajar la cortina de metal (después de preguntarte, como lo hacen en las taquerías, ¿cuántos tragos te tomaste?).

.

[snippet id=”49167″]

.

Más en local.MX

Domingos en Barrio Alameda: azotea, disco y barra libre de mimosas (!)