El biólogo y conservacionista argentino Pablo García Borboroglu —quien fue distinguido en los Premios Rolex a la Iniciativa en 2019— se dedica a entender mejor, preservar y luchar por los pingüinos que habitan las costas de diferentes regiones del mundo.

Pocas aves despiertan tanto entusiasmo como los pingüinos: su particular caminata que contrasta con la agilidad de su nado, su plumaje blanco y negro y la ternura de sus polluelos los dotan de una gran simpatía. De lo que no se sabe mucho, sin embargo, es del hecho de que estas aves se encuentran amenazadas —como la totalidad de las aves marinas, cuyas poblaciones han decrecido en dos terceras partes desde los años sesenta— por una cantidad creciente de peligros en su entorno.

Se han identificado 18 especies de pingüinos, y más de la mitad se encuentran en riesgo de extinción. Hay muchas razones para ello, explica García Borboroglu, fundador y presidente de la Global Penguin Society, entre ellas la contaminación de los mares, la actividad humana y el tráfico de especies. El ornitólogo señala que los pingüinos son muy susceptibles a los cambios en el medio ambiente. Un ejemplo es que, cuando los polluelos son pequeños, el alimento debe estar cerca, para que los adultos puedan alimentarlos. El cambio climático y la sobrepesca hacen que el alimento sea más escaso, lo que obliga a los pingüinos adultos a nadar grandes distancias para conseguirlo y cuando vuelven, las crías ya han muerto de inanición.

Pablo García Borboroglu fotografía a un pingüino de Magallanes que mira desde su madriguera en la Reserva Natural El Pedral. Foto: ©Rolex/Tomas Bertelsen

Un caso paradigmático de esta situación de crisis fue El Pedral, una colonia de pingüinos de Magallanes que se encontraba sobre una playa sucia y deteriorada. En consecuencia, había no más de seis nidos. García Borboroglu y su equipo consideraron que había que diseñar un plan que integrara investigación científica, labores de gestión y actividades educativas. Solo la unión de estos pilares podría conseguir que, primero, se avanzara el entendimiento sobre las necesidades de estas aves y la manera en que se podía ayudar a su supervivencia; segundo, impulsar políticas, con el apoyo de gobiernos, propietarios de tierras y otras organizaciones no gubernamentales para la creación de Áreas Marinas Protegidas, y tercero, crear conciencia en las nuevas generaciones sobre la urgencia de proteger a los pingüinos (y todo lo que los rodea). Tras una década de labores en la zona, hoy la vida abunda en El Pedral, con unos 1,900 nidos.

García Borboroglu siempre ha sentido que tiene un vínculo especialmente fuerte con los pingüinos. Recuerda que su abuela fue quien le habló de estas aves tan particulares. Cuando visitó por primera vez una colonia, a los 18 años, supo que esa conexión era real. En los años ochenta, los vertidos de petróleo en la Patagonia terminaron con la vida de unos 40,000 ejemplares anuales. García Borboroglu intentó salvarlos. El gesto quizá parece demasiado ambicioso para un solo hombre, pero lo cierto es que en cuanto liberó al primer pingüino a su hábitat natura, se dio cuenta de que la acción de una sola persona puede tener un gran impacto. Desde entonces, sin perder el foco de su misión, 1.6 millones de pingüinos se han visto beneficiados gracias a la protección de 13 millones de hectáreas de tierra y mar.

Pablo García Borboroglu y su esposa y colega Laura Marina Reyes miden a un pingüino de Magallanes. Foto: ©Rolex/Tomas Bertelsen

La labor no termina ahí. Por el lado científico, el siguiente paso es estudiar, además de los pingüinos de Magallanes que habitan las costas argentinas, a los pingüinos rey de Chile y los pingüinos de Fiordland de Nueva Zelanda, investigación que continuará expandiendo nuestro conocimiento sobre estas aves y los desafíos específicos que enfrentan. A la vez, el plan es crear planes ecoturísticos sustentables y seguir involucrando a los estudiantes no solo en visitas a las crecientes colonias de aves, sino también en limpiezas costeras dirigidas a la protección de estas especies.

Pablo García Borboroglu imparte un taller educativo para niños en el Club de Ciencias de Puerto Madryn en Argentina. Foto: ©Rolex/Tomas Bertelsen

García Borboroglu considera que la pasión es un componente fundamental de este proyecto. Aunque en un principio pensó en compartir sus conocimientos con los niños de comunidades aledañas, hoy se vale de la tecnología para llevar su mensaje a todo el mundo. Al final, si el objetivo es preservar las valiosas especies oceánicas, la mejor forma de conseguirlo es inspirar a las nuevas generaciones.

Inspiración Verde es una serie de artículos desarrollados por Local.mx para mostrar proyectos medioambientales relevantes. En colaboración con la Iniciativa Perpetual Planet de Rolex, nuestro objetivo es generar conciencia, inspirar a nuevas generaciones e impulsar las buenas ideas que mejoran la vida en la tierra. Conoce más sobre estas Iniciativas en rolex.org. #Rolex #PerpetualPlanet #RolexAwards #InspiraciónVerde.