Como si se tratara de un explorador del siglo XIX, el conservacionista Steve Boyes, socio de la Iniciativa Perpetual Planet de Rolex, se ha dado a la tarea de recorrer nada menos que 40,000 kilómetros, distancia equivalente a dar una vuelta entera a la Tierra, a través de los ríos del continente africano. No basta con la tecnología satelital que hoy permite observarlos de manera remota: hay cosas que sólo se pueden ver —y comprender— en primera persona.

Para lograr esta hazaña, Boyes echó a andar The Great Spine of Africa Expeditions, un proyecto a largo plazo que le permitirá explorar tramo a tramo los ríos más importantes y desconocidos del continente para hacer registros detallados de la salud del agua y de sus habitantes, tanto la fauna que prolifera en sus ecosistemas como las comunidades que dependen de estos afluentes. En las grandes cuencas de África —incluidos los ríos Okavango, Zambeze, Congo, Nilo y Níger, y el lago Chad— viven unos 400 millones de personas, cuya seguridad alimentaria e hídrica, así como sus fuentes de sustento, se encuentran en riesgo a causa del desarrollo, la deforestación y los efectos del cambio climático. Sin embargo, sin una sólida base de investigación, es difícil dimensionar estos desafíos y crear estrategias que preserven su riqueza para el futuro.

Steve Boyes y Kerllen Costa, director nacional de National Geographic Okavango Wilderness Project en Angola, dirigen esta primera expedición por el río Lungwebungu en sus mokoros como parte de los primeros trabajos de la serie de expediciones Great Spine of Africa. Foto: ©National Geographic/Jen Guyton

La primera expedición que llevó a Boyes a Angola en 2022, arrojó resultados muy valiosos, y la abundancia de datos obtenidos puede ser clave en la comprensión de un enorme territorio que hasta ahora se ha mantenido prácticamente inexplorado. Con el objetivo de identificar el nacimiento del caudaloso río Zambeze —del que dependen unos 20 millones de personas—, el conservacionista sudafricano y un equipo científico multidisciplinario liderado por el biólogo y antropólogo ambiental Kerllen Costa, director nacional de Angola del National Geographic Okavango Wilderness Project (NGOWP), abordaron una flota de barcas tradicionales conocidas como mekoro, en las que recorrieron 900 kilómetros del río Lungwebungu en apenas cinco semanas.

Vista aérea de la puesta de sol sobre el delgado y sinuoso curso superior del río Lungwebungu, Angola. Foto: ©National Geographic/Jen Guyton.

Armado de equipo científico de alta tecnología, el grupo se detuvo cada 10 kilómetros para recabar información precisa de diversos indicadores: analizaron la calidad del agua, recopilaron ADN ambiental, realizaron mediciones sistemáticas de la estructura y el caudal del río, tomaron fotografías y registros con drones, además de hacer conteos de asentamientos humanos y de diversas especies animales. Este conjunto de datos permitirá que el trabajo se repita en 5, 10 y 15 años para entender cómo se modifican las condiciones de la región: “Es sumamente importante para nosotros —asegura Boyes— ser capaces de medir el cambio con el tiempo, para poder detectar los límites de cambio aceptables, llevarlos al gobierno y decir que tenemos que cambiar la política”. El objetivo de The Great Spine of Africa Expeditions es, a final de cuentas, la preservación de estos grandes afluentes que son la fuente de la vida.

Steve Boyes y el equipo de expedición celebran su llegada a la orilla el último día de la expedición a Lungwebungu, donde el río cruza la frontera de Angola con Zambia y se une al río Zambeze. Foto: ©National Geographic/Jen Guyton

El interés por esta región nació en una expedición previa en la que Boyes y el equipo de NGOWP —que en conjunto recibieron el nombramiento de Rolex National Geographic Explorer of The Year en 2019— llegaron a la denominada Torre de Agua del Okavango-Zambeze: una zona de turberas de alta pluviosidad que se ubican en terrenos elevados. Estas formaciones retienen el agua como si se tratara de una enorme esponja, capaz de alimentar los ríos incluso en periodos de sequía. Las turberas podrían ser fundamentales para que los principales afluentes de la región continúen su curso en condiciones climáticas distintas a las actuales. Son, en resumen, la esperanza para todos los seres vivos que dependen de la salud de estos ecosistemas.

A medida que el río  Lungwebungu se ensancha, los rápidos se hacen más fuertes y Kerllen Costa tiene que encontrar las líneas navegables para pasar con seguridad. Foto: ©National Geographic/Jen Guyton

Estas incursiones en los humedales del delta del Okavango comenzaron antes y por algo mucho más pequeño, cuando Boyes, ornitólogo de formación, llegó a la región para estudiar el lorito de Meyer. Hoy, junto con su equipo, ha logrado identificar 140 nuevas especies, demostrado la importancia del Lungwebungu como fuente del Zambeze y dado el primer paso, ahora bajo la forma de The Great Spine of Africa Expeditions, para proteger los humedales, las turberas y los maravillosos ríos que dan de beber a África y que él descubre para el mundo por primera vez.

Inspiración Verde es una serie de artículos desarrollados por Local.mx para mostrar proyectos medioambientales relevantes. En colaboración con la Iniciativa Perpetual Planet de Rolex, nuestro objetivo es generar conciencia, inspirar a nuevas generaciones e impulsar las buenas ideas que mejoran la vida en la tierra. Conoce más sobre estas Iniciativas en rolex.org. #Rolex #PerpetualPlanet #RolexAwards #InspiraciónVerde