En el universo de Roxana del Valle, fundadora y directora creativa de Ingrata Fortuna, una joya nunca es solo un adorno: es un pacto íntimo, un amuleto de poder, un archivo emocional que atraviesa generaciones. Detrás de cada anillo, collar o pendiente hay un relato personal —a veces propio, a veces de sus clientas— tejido con memoria, investigación y una sensibilidad que combina lo arqueológico, lo mítico y lo contemporáneo. Inspirada por las mujeres de su vida y por musas eternas como Helena de Troya o Elizabeth Taylor, Roxana crea piezas que se sienten vivas, cargadas de energía y listas para acompañar historias de amor, de pérdida o de renacimiento.
Hoy, Ingrata Fortuna cumple 10 años desde su nacimiento, y para conmemorarlo, platicamos con la diseñadora sobre su proceso creativo, el acto de ornamentarse y sus musas eternas.
¿Qué significa para ti el acto de ornamentarse? ¿En qué momento deja de ser un adorno y se vuelve una extensión del alma?
La ornamentación es cobrar vida cada mañana, es un ritual conmigo misma. Es la platica que desencadenará la historia de un anillo con alguien con quien se comparte un momento de curiosidad. Son un poco como los tatuajes, viven en mi piel y cuando no están ahí, me siento incompleta.
Cada joya tienen un significado especial porque todas ellas simbolizan etapas de mi vida, personas importantes o momentos a los que me gusta regresar en el tiempo. También son talisamanes o recordatorios de mi poder personal, los pactos que tengo conmigo misma.
Mis joyas son parte de mi porque tienen la energía que yo misma les he cargado, esa de recordarme quien soy, de donde vengo y porque hago lo que hago.
Además, la joyería tiene esa capacidad de trascender generaciones y hacernos sentir cerca de alguna manera de aquellos que ya no están, cosa que pasará con las mías en un futuro, o incluso me ilusiona algún día compartir la magia que me dan y regalarlas con alguien que en su momento haga sentido hacerlo.
Uno de mis más preciados tesoros es un anillo que me regaló mi abuela antes de morir, sentirla cerca a través de este símbolo es muy poderoso. Todos los días la pienso a través de esta reliquia.
¿Qué hay detrás del nombre Ingrata Fortuna?
El nombre es un homenaje a mi madre y a mi abuela materna. Fortunata es su nombre, Ingrata Fortuna es una frase de una canción que en mi infancia sonaba en honor a ellas cuando el mariachi tocaba “El Carro del Sol” de Luis Pérez Mesa.
Tus joyas parecen tener un pie en el pasado y otro en el futuro. ¿Qué tanto dialogan con lo arqueológico, lo heredado, lo mítico?
Ingrata Fortuna es aquello que honra la nostalgia sin dejar de vivir en el ahora. Las historias que nos hace ser quienes somos nos inspiran día a día.
¿Cómo es tu proceso para elegir una piedra?
Uff, hay una gran labor en elegir cada gema. Primero que nada busco todas las opciones confiables que tengo de proveedores y observo, analizo y comparo precios y calidades. Toma mucho tiempo y mentalmente a veces es cansado porque el rango de error puede ser terrible. Hay mucho feeling en esta parte. Dicen que las gemas te escogen y no al revés.
Si tuvieras que elegir una pieza que te haya cambiado la vida o la manera de diseñar, ¿cuál sería?
El anillo de compromiso que hice para mi hermana mayor, mi primer anillo. Lleno de amor, de nostalgia, de historia y de sentido.

¿Qué te mueve cuando alguien te pide acompañar su historia de amor con una pieza?
La conexión. Cuando fluimos con ellos hay magia. Se mueven energías, se acomodan cosas. Nos volvemos cómplices en hacer feliz a alguien más, no hay nada mejor.
En tus procesos incluyes cera perdida, fotografía análoga, bibliografía… casi parece que cada pieza se piensa como una obra de arte. ¿Qué papel juega el conocimiento, la lectura y la documentación en tu forma de diseñar?
Todo. Todo se hace desde la investigación constante y moodboards. Somos muy visuales, necesitamos ver las cosas para que nos hagan sentido.
¿Qué mujeres —ficticias o reales— han sido tus musas eternas?
Helena de Troya, inspirada en su leyenda reescribimos una narración que aludía a la mujer fuerte dueña de su propia belleza. Elizabeth Taylor mi más grande musa, con un estilo y sensualidad brutal, unas joyas envidiables.
Mi madre, mis abuelas, mis hermanas.
Mis clientas, sus historias, sus asiertos y sus rupturas.
Si pensaras en Ingrata Fortuna como un archivo emocional del siglo XXI, ¿qué querrías que la gente encuentre ahí dentro en 100 años?
Un homenaje al amor en todas sus formas en tiempos del boom de la era digital, que se celebre la necesidad de atesorar el amor (incluyendo el propio).
Finalmente: ¿cómo se empodera una mujer a través de una joya?
Se celebra su esencia y su individualidad. Las joyas se sienten ellas y de ellas. Ya sean un regalo propio o de alguien más, sentirte musa, sentirte homenajada, te da el poder de reconocer tu autenticidad. Nuestras joyas iluminan su fuerza y enaltecen su esencia.