Hace más de seis meses que empezó la cuarentena. Seis meses son poquito, casi nada o demasiado. Para muchos de los que llevamos confinados todo ese tiempo, la brújula está más cerca del suficiente.  Aunque en principio la rutina suave y los días tranquilos nos acercaron a nuestros espacios, ahora sabemos que esto no es ningún experimento, sino la nueva realidad. El trabajo desde casa no cambiará pronto, así que aprovechando las ventajas inesperadas de esto, en Local decidimos recomendar algunas ciudades a las que cambiar un tiempo la oficina. Nuestra última recomendación es el Puerto de Veracruz, una ciudad de brisa caliente, son jarocho y mar sereno.

Hace unos años el Puerto de Veracruz llevaba en el nombre la última palabra que busca cualquier viajero: peligro. En esa década oscura cambiaron muchas cosas. Construyeron una plaza de vitrales espectaculares frente al mar; renovaron el paseo del malecón, los lecheros de La Parroquia se pusieron más ricos que nunca y los habitantes, siempre resilentes, continuaron sus vidas lo mejor que pudieron. Ahora que las aguas están más tranquilas, Veracruz conservó todo su olor a sal con plazas en las que se baila danzón y se come delicioso. La ciudad tiene ese encanto de puerto viejo al que se suman, poco a poco, nuevas propuestas de disfrutar la ciudad.

Qué hacer

El malecón del Puerto es mejor caminarlo o recorrerlo en bicicleta, así uno puede pararse en los pequeños faros a descansar o bajar a la playa a comprar agua de coco y remojar los pies en el mar. Iniciando a la altura de la Playa Villa del Mar y en dirección al Centro Histórico están la Plaza del Acuario, el Faro Verde (varios kilómetros de caminata salada entre el mar), el Muelle de la Armada de México y la Plaza del Malecón, con todos los barcos de carga descansando al fondo. A partir de ahí el recorrido puede continuar hacia el Centro Histórico hasta el Parque Zamora, en donde siempre habrá parejas bailando danzón por las tardes, restaurantes con mesitas al aire libre y olor a café.

Qué comer

En el Centro Histórico está La Parroquia de Veracruz, el restaurante más emblemático del Puerto por razones de sobra. Hace casi cien años que venden lecheros (un espresso de café negro y aromático sobre el que cae una línea curva de leche espumosa) y bombas (molletes sobre conchas blancas, pico de gallo incluído). Los antojitos veracruzanos son todo un tema aparte y los puestos callejeros tienen las mejores memelas. Para mariscos, la laguna de Mandinga, a unos minutos del Puerto en dirección a Boca del Río, tiene el marisco fresco y delicioso. El restaurante del mismo nombre está a la orilla de la laguna y uno puede comer cocteles Vuelve a la Vida en copas rebosantes y arroz con mariscos y plátano macho mientras observa el sol reflejado en el agua y las palmeras.

Dónde dormir

El Hotel Veracruz, en el Centro Histórico, es una de esas opciones clásicas con precios para todos los presupuestos y la mejor ubicación. El Puerto de Veracruz, como muchas ciudades del país, también tiene muchos lugares en renta a través de Airbnb con buenos precios y todas las facilidades de un departamento o pequeña casa. Una apuesta segura y económica puede ser el Hotel Howard Johnson, que tiene una gran ubicación cerca del Centro Histórico y las comodidades de un hotel pensado para viajes de negocios.

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