¿Y si el verdadero lujo fuera poder parar? Parar de acumular, de comprar cosas que no necesitamos, de justificar, de mirar hacia otro lado? ¿Frenar el consumismo masivo? En abril de 2024, Temu fue la app de compras más descargada del mundo. Solo ese mes, acumuló más de 25 millones de descargas. Desde su llegada a México en 2023, su expansión ha sido fulminante: es la app de compras número uno en el país según Sensor Tower, y la gratuita más popular en la App Store.
¿Pero qué nos dice este fenómeno sobre nosotrxs como sociedad?
Temu no inventó nada nuevo. Solo perfeccionó un sistema que ya existía: vender más, más rápido y más barato. El algoritmo detrás de la app no solo recomienda productos, también adivina deseos. Y en ese juego, gana quien logra satisfacerlos antes de que puedas darte cuenta que no eran reales.
Con un modelo de negocio basado en conectar directamente a consumidores con proveedores chinos, sin intermediarios ni inventario, Temu ofrece precios absurdamente bajos y envíos exprés. Lo que no se dice tanto es que ese mismo modelo también representa todo lo que el planeta no puede seguir sosteniendo: emisiones innecesarias, producción desechable, trabajo precario y una cadena logística diseñada para colapsar.
¿Cómo compites con la promesa de más por menos?
Un vestido de 70 pesos. Unas fundas de celular a 15. Una lámpara que nunca pedirías en otro contexto, pero que aquí sí, porque cuesta lo mismo que un café. Esa es la trampa: que el precio sea tan bajo que ni siquiera lo cuestiones.
Pero lo barato no sale gratis. Un informe reciente del Financial Times reveló que muchas de las prendas vendidas por Temu no cumplen con estándares mínimos de calidad o seguridad textil. Y un estudio de The Changing Markets Foundation detectó altos niveles de microplásticos y químicos tóxicos en productos similares de fast fashion, contribuyendo al daño ambiental en niveles preocupantes.
Cada paquete de Temu que viaja desde una bodega en Guangzhou hasta tu casa en la Ciudad de México genera una huella de carbono que nadie te muestra. En su afán por acortar tiempos de entrega y abaratar costos, se opta por envíos aéreos masivos, el método de transporte más contaminante del retail actual. Se estima que, solo en 2023, Temu generó más de 1.6 millones de toneladas de CO₂ en envíos internacionales.
Que tire la primera piedra quien no ha comprado en esta plataforma. Obvio yo también lo probé cuando recién llegó a México, por curiosidad, por no poder creer que algo costaba tan poco. Me llegaron 2 cosas que probablemente no necesitaba, baratas, malas, de calidad muy cuestionable y me sentí mal. Tuve mucha culpa moral que hasta el día de hoy sigue acosandome. Pero por otro lado, de cierta forma ¿fascinada? Por que cómo compites con esa sensación de poder tener más cosas a un precio que te alcance y tan tan rápido.
Esto no es nuevo. El modelo ya existía, shein, amazon, Inditex, el fast fashion que siempre aplaudimos. Pero ¿de verdad necesitamos tanta ropa? ¿tantas cosas? ¿tantas versiones de nosotros mismos arrumbadas en el clóset? O ¿estamos llenando con consumo lo que no sabemos nombrar? ¿Emociones que no queremos tratar o nombrar? ¿Vacíos que nos da miedo enfrentar?
¿Y si parar fuera el verdadero lujo?
Parar de acumular, de justificar, de mirar hacia otro lado. Parar de llenarnos de cosas que no necesitamos mientras el planeta colapsa y la ansiedad colectiva crece. Porque no, esas 80 prendas de poliéster que duran dos lavadas no te van a hacer sentir más valiosa.
Tal vez el problema no es solo Temu, Shein o Amazon. Tal vez el problema somos nosotrxs. El scroll infinito, el estímulo constante, el “me lo merezco” automático, la ansiedad que nos hace creer que tener más cosas es igual a tener más control.
¿Y si consumir menos fuera un acto radical de autocuidado? ¿Y si el verdadero lujo fuera tener claridad suficiente para decir no? ¿Qué pasaría si en lugar de buscar una versión más barata de lo que no necesitamos, buscáramos una versión más consciente de nosotrxs mismxs?
Entonces, la pregunta no es si Temu está mal.
La pregunta no es si temu está bien o mal, la pregunta es si queremos vivir en un mundo donde Temu y ese tipo de consumismo es la norma. Y la respuesta, como siempre, está en lo que elegimos cada día. En nuestras acciones, aunque nadie nos vea, aunque cueste más, aunque parezca poco.
En Francia, Temu ha sido objeto de investigaciones regulatorias y presión pública. En 2024, el gobierno prohibió su publicidad, impuso impuestos por prenda y sancionó a influencers que la promuevan sin declarar contenido comercial. Lo hizo no solo por el daño ambiental, sino por el riesgo cultural de normalizar el hiperconsumo como estilo de vida. Pero una ley no basta si no hay un cambio de conciencia.
Creo que gran parte del problema viene directamente relacionado al tipo de contenido que consumimos, lo que vemos en internet, a quién seguimos. Estamos contantemente siendo bombardeados por 200 anuncios en 30 segundos sobre cosas que “necesitas” cuando la realidad es que lo que necesitamos es reconectar con la naturaleza, con tu respiración, con tu propio cuerpo. Es entender que ninguna de estas 80 prendas basura que compres, porque sí, son basura que no te durarán más de 3 lavadas, van a llenar el vacío existencial que tienes o harán que tus problemas mágicamente se solucionen.
Vivimos cegados ante una realidad que nos hace creer que tener 5 jeans de muy baja calidad es mejor que tener 1 de muy buena mezclilla, creyendo que más es mejor, cuando la realidad es que no, no necesitas tener tantas cosas. Lo que necesitas es resolver tus traumas, ir a terapia, que te dé el sol, reír con tus amigos, abrazar a tu perro. Necesitas entender que es mejor gastar tu dinero en experiencias, en aprendizajes, en clases, en momentos que te llenen de amor y no en cosas de baratas de plástico que solo contaminarán más el planeta y están haciendo más intenso el calentamiento global.
Eso también es revolución.