manuel álvarez bravo
22 de febrero 2018
Por: Carolina Peralta

La nueva exposición de Manuel Álvarez Bravo: lo maravilloso del lugar común

"Se busca: retratos inéditos" se compone de 168 retratos de personajes anónimos, en escenas cotidianas, que el fotógrafo tomó en la primera mitad del siglo XX. Podrás visitarla hasta el 27 de mayo.

Mirar todo el tiempo. Eso es lo que hacía Manuel Álvarez Bravo. Luego, leer literatura y poesía y escuchar música. Antes de picarle al obturador, acción que ejecutaba con cierta prudencia, lo que hacía era mirar y mirar hasta que la luz que necesitaba apareciera allí, perfecta, sobre un caminante, un árbol, un objeto. Como esperando a que su lente los inmortalizara.

En su obra todo se trata de luz. No en vano le decían “poeta de la luz”. Pero mas allá de la técnica y aspectos formales que lograba con singular maestría, Manuel Álvarez Bravo tenia una mirada que iluminó paisajes: sobre todo paisajes al margen, olvidados. En retratos o escenas cotidianas capturó la esencia de la gente y del paisaje mexicanos. Como una suerte de reportaje humano. Como pequeñas películas.

Manuel Álvarez Bravo daba nombre a sus fotografías. Los títulos eran una parte esencial de su obra. Se busca: retratos inéditos está compuesta de 180 fotografías inéditas que si bien no serán tituladas (pues sería necesario que el fotógrafo viviera), el sólo hecho de haberlas impreso y ahora darlas a conocer es un ejercicio parecido: nombrar algo es otra forma de arrojar luz a las cosas.

La fotografía, decía Novalis, “hace a lo familiar lucir extraño y a lo maravilloso como lugar común”. A Álvarez Bravo se le ha considerado muchas como un fotógrafo surrealista, pero quizás es más bien lo que señala Novalis; que él hacía, con una foto, de lo ordinario (un caminante, un árbol un objeto) lo maravilloso.

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