Tal vez los lugares de la ciudad que inspiran curiosidad científica son los mejores. Uno de ellos es la estación Talismán de la línea 4 del metro, donde hay un esqueleto de mamut casi completo en una vitrina. El domo de acrílico que cubre los restos del mamut es un poco opaco porque le ha dado mucho el sol, pero si uno se asoma puede ver los huesos del extinto e impresionante animal del Pleistoceno. A un lado hay una placa donde dice que el mamut fue encontrado en 1978 durante la construcción del metro y que decidieron dejarlo justo ahí, en la misma posición en que murió.

mamut metro talismán

El esqueleto perteneció a un mamut colombino adulto, una especie que se distingue por el gran tamaño de sus colmillos. Esta variedad fue endémica de América. Vivían desde Texas hasta Nicaragua, aunque su mayor concentración fue justo en Sonora y el Valle de México. Aquí se reunían las manadas a beber agua en los distintos abrevaderos y pantanos de la zona el Lago de Texcoco. Por eso algunos paleontólogos  dicen que nuestro país es la tierra de los mamuts. De hecho, el ejemplar del metro Talismán es muy parecido al del Museo casa Morelos en Ecatepec, el del Museo de Geología —que está armado con piezas de 12 especímenes diferentes— o los que acaban de encontrar en Tultepec.

Para Lance Wyman, diseñador de la iconografía del metro, el hecho de que este ejemplar haya aparecido justo en la avenida Talismán es una coincidencia afortunada. En países como China, Japón e India los elefantes —especialmente si tienen la trompa levantada— son símbolo de buena fortuna, justo como un talismán. Por ello Wyman decidió que el ícono de la estación sería un mamut en esa posición.

mamut metro Talismán

Esta ciudad es un hermoso bestiario.

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