Rufino Tamayo nació en Oaxaca pero hoy lo conocen en casi todo el mundo. Para México es la vanguardia, la figura y el color; el otro lado de la balanza. Fue un modernista solitario y una voz que hablaba fuera del arte nacionalista de su época, uno extraordinario pero poco flexible. Mientras el muralismo pintaba a los héroes de la patria y reivindicaba el mundo prehispánico, para Tamayo la pintura mexicana no era solo la de la mitología de nuestro país, sino la que hacían los artistas mexicanos, que podían escoger libremente lo que quisieran pintar.

Él pintaba el cosmos (La gran galaxia), naturalezas muertas con atmósferas surrealistas (Los fumadores), o un camino entre lo figurativo y lo abstracto todo sumergido en color, como en sus Mujeres alcanzando la luna.

La trayectoria de Rufino Tamayo se centró en gran medida en la pintura, aunque su cuerpo de obra gráfica es vasto y tan rico como el pictórico. Hizo xilografías, mixografías y en 1976 una serie de litografías llamadas Ídolos Antiguos de México. En esa época había donado su colección para crear el Museo de Arte Prehispánico de México en su natal Oaxaca. Para las litografías eligió entre las más de mil esculturas de la colección sólo 12, que dibujó en líneas limpias y a mano alzada sobre un fondo de manchas en colores piedra que recuerdan a la patina antigua impregnada en las esculturas originales. A cada litografía le dio un brochazo al centro de su muy particular paleta: sepia, rosa, morado y azul, los colores de Tamayo.

Rufino Tamayo

Las doce litografías a la venta de la serie “Ídolos antiguos de México”

Del portafolio completo se imprimieron 100 ejemplares que estarán a la venta a partir del 21 de junio. Fueron impresas en Kyron Ediciones Gráficas Limitadas, un taller para la impresión de arte gráfico de alta calidad de la Ciudad de México, en donde Tamayo imprimió muchas veces sus litrografías. Los 100 ejemplares –mas pruebas de artista y de taller numeradas en números romanos– estarán en la tienda del Museo Tamayo.