Lo más urgente es lo más sencillo: un lugar para preparar comida, un baño, una silla. Quien diseña para la necesidad renuncia al protagonismo de lo solemne y lo monumental. Se avoca a las formas más modestas de la arquitectura que son también las más esenciales. Óscar Hagerman eligió hace mucho la más modesta de todas: la silla. Su nueva exposición en la galería kurimanzutto se llama Sillas de México y en los metros cuadrados de la sala de la galería hay eso. Sillas.

Hagerman- Sillas de México

Silla Arrullo (1969) y Silla Colibrí

En Sillas de México hay cinco diseños distintos de las sillas más esenciales del arquitecto, más ocho variantes de cada una, elaboradas especialmente para la exposición. Cuarenta y tantas sillas, todas hermosas, todas cálidas, todas disponibles. La calidez no es casualidad. Hagerman se aleja del acero, el concreto y el plástico. Sus elementos son el barro, la madera y las hojas de palma. Siempre prefirió rodearse de campesinos y los campesinos diseñan con lo que tienen. Que al fin y al cabo es todo lo que necesitan.

Primero llegó la Arrullo, de dulce nombre, madera fuerte y palma entrelazada. Hagerman la diseñó en el 69 apenas salió de la universidad y le dio el modelo a unos artesanos de Michoacán, que la copiaron miles de veces. La Arrullo de pronto estaba en todos lados. Se vendió en banquetas, mercados, a la orilla de la carretera… Los presos de la cárcel de Tenango del Valle le hicieron el asiento de hojas de palma entrelazadas, así que era barata.

Hagerman- Sillas de México

Silla Arrullo (1969) y la variación para niños o personas que se sienten a cocinar en un fogón

Hagerman- Sillas de México

Cada tanto Hagerman hace un rediseño de la Arrullo. Aumenta el respaldo, la inclina unos cuantos grados, engrosa las patas. Dibuja más planos magníficos que cuelgan enmarcados en las paredes de la galería. Los planos dicen los centímetros del asiento de frente al piso, el ángulo exacto del asiento sacro, la medida precisa del arco lumbar…

Dice Elena Poniatowska que para Hagerman la arquitectura no es una forma, sino un servicio. En una vida Hagerman logró lo que muy pocos: la habilidad especial de diseñar para el otro. Creó piezas que no le pertenecen al diseñador sino a la gente. En la que se inspira y a la que regresa sus diseños, siempre.

Hagerman- Sillas de México

Sillas de México exhibe más de cuarenta objetos que se cuentan entre los más esenciales de nuestras vidas. Las hay de yute verde cruzado, encino o huanacaxtle. La Maya es para Hagerman la más cómoda y la Colibrí, la más conveniente. Inspirada en un banco sencillo tiene una medida que se puede encontrar en cualquier tipo de madera.

Cientos de miles de sillas de Hagerman han pasado por banquetas, mercados, casas y carreteras en los últimos años. Hasta el ocho de septiembre en la kurimanzutto hay unas cuantas, especiales, para sentarse horas o el rato pequeño de un respiro muy cómodo.

Hagerman- Sillas de México

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