Archivo General de la Nación
17 de junio 2019
Por: Carolina Peralta

Cómo visitar el alucinante Archivo General de la Nación, antes la cárcel de Lecumberri

El Palacio de Lecumberri es fascinante. Por un lado guarda historias carcelarias y, ahora que es el Archivo General de la Nación, la memoria mexicana.

El Palacio de Lecumberri fue cárcel de 1900 a 1976. Cerró por sobrepoblación y descuido y porque un fugitivo logró burlar a todos y ser el primero en escapar de una cárcel mexicana. Unos años después, el Palacio se convirtió en el Archivo General de la Nación.

Los muros de piedra de Lecumberri alguna vez protegieron del crimen a los habitantes de la Ciudad de México. A partir de 1982, esos mismos muros son algo así como las paredes de la memoria mexicana: allí resguardan 54 kilómetros de documentos. Es decir, la distancia de aquí a Cuernavaca en puro archivo.

Archivo General de la Nación

Cómo visitar el Archivo General de la Nación

Todos podemos visitar Lecumberri. Ya sea como visita histórica o como investigadores. Una identificación, un comprobante de domicilio y un tema de interés bastan para solicitarlo. El tema puede ser algo tan sencillo como rastrear tu genealogía o tan complejo como resolver un crimen.

Arquitectura panóptica: para provocar paranoia

Porfirio Díaz mandó construir Lecumberri como un panóptico. Este tipo de arquitectura carcelaria era de lo más progresista en ese entonces y su fin, además de vigilar, era provocar un constante estado de paranoia. Un panóptico tiene una torre central que vigila los pasillos de las celdas que siguen una forma circular. A esos pasillos se le llaman crujías y hay 804 celdas de 3 m de largo por 2.10 de alto.

Las crujías de Lecumberri

La crujía que le asignaban a cada quien dependía del delito que había cometido. En la crujía B, por ejemplo, encerraban a narcotraficantes; en la E a los rateros; en la J a los homosexuales –y de ahí la expresión–. Por Lecumberri pasaron los mayores presos políticos de la historia de México. Pancho Villa, Siqueiros (a quien le dedicaron una sala de exposición), José Revueltas y los presos del 68 estuvieron allí; también Álvaro Mutis, Juan Gabriel y Goyo Cárdenas “el asesino de Tacuba”.



La historia terminó con Alberto Sicilia Falcón, el primero en escaparse de una cárcel mexicana (antes que el Chapo). Falcón mandó a hacer un túnel desde la supuesta construcción de una casa a unas cuadras de allí hasta su celda. Logró escapar en 1976, y ese mismo año Lecumberri pasó de ser cárcel a ser el Archivo General de la Nación.

Al Archivo uno puede ir a perderse: visitar las crujías, la sala de Siqueiros y los jardines silenciosos que merodean los gatos. O puede pasar a los Torreones Norte o Sur, que fueron lugar de castigo donde aislaban a los presos bajo las inclemencias del clima.

Más allá de las historias carcelarias, Lecumberri es el palacio material de la información. Para guardar el archivo bajo las edificio uno encuentra papeles y papeles de temas variados, desde la moda en México hasta mapas antiguos y mutantes. O todo sobre la Inquisición, pues aquí está el fondo más grande y especializado del mundo.

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