Hay aves que son psicopombos. De los zopilotes cuentan que en febrero de 1913, antes del asesinato de Francisco I. Madero, bandadas de ellos llegaron a la ciudad como un aviso de lo que estaba por ocurrir. También, los zopilotes se llevan todo lo que ya no sirve y dejan el espacio limpio para que la naturaleza siga su curso. Pertenecen a la familia Cathartidae que en griego significa “purificador”. En la Ciudad de México hay muchos.
Para los aztecas el carácter carroñero de los zopilotes tenía doble significado: era una señal de muerte y de abundancia a la vez (como ese banquete del fin del mundo que devoran estas aves). Cuando los zopilotes encuentran algo para comer lo sobrevuelan en círculos. Ese es un aviso para que más aves puedan llegar al festín y terminarlo más rápido. Comer en parvada no sólo beneficia a loas aves sino a todo el ecosistema. Al devorar los desperdicios putrefactos en un tiempo relativamente corto, los zopilotes evitan bacterias y enfermedades. Lo único que dejan es un terreno limpio y potencialmente fértil.
El zopilote (Coragyps atratus) es la especie más común de los buitres americanos o del Nuevo Mundo. Su hábitat va desde Chile hasta el sur de Estados Unidos y habitan en las zonas abiertas con arbustos y árboles donde puedan construir sus nidos. Aunque tienen una vista y olfato excelentes, prefieren anidar cerca de llanos o pastizales donde es más sencillo que encuentren comida. Casi siempre están postrados sobre los árboles o en los postes de luz. Como las otras especies de buitres, los zopilotes que viven en espacios abiertos o zonas rurales se alimentan de animales muertos que algunos ganaderos dejan abandonados en los caminos.
No es común ver zopilotes sobrevolando la ciudad, por eso uno pensaría que no los hay por acá. Pero en los basureros o las plantas procesadoras abundan. El olor a putrefacción los alucina. De hecho, los zopilotes de basurero ya son casi una especie en sí misma que come sobre todo huevos y vegetales en estado de descomposición. Y aunque no están en peligro de extinción, en muchas zonas han ido desapareciendo. Hay quienes los cazan para hacer un caldo que supuestamente sirve como tratamiento contra el cáncer, pero eso es sólo uno de los muchos mitos que sólo contribuyen a desaparecer esta especie que, viva, nos ayuda contra muchas otras enfermedades. VIvan los zopilotes de la ciudad.
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