Hace unos días, Adelfo y Agustín nos invitaron a visitar su nopalera en Milpa Alta. Nos esperaban en las “banquitas con sombra” del Mirador San Lorenzo, Carretera a Oaxtepec, pasando el puente; una vista panorámica que en los días claros muestran la ciudad en miniatura. Pero las primeras lluvias no habían caído y sobre el paisaje caía un velo gris, espeso. Aún así, las hectáreas de nopaleras parchan el horizonte de verde. Milpa Alta no solo es la mayor productora de nopal en México, sino una “cortina de espinas” que contiene la mancha urbana.

milpa alta

Es importante conocer lo que Milpa Alta ofrece.

El corte de nopal

Adelfo Liprandi es presidente de la Federación de Nopaleros de Milpa Alta, Agustín es productor y en el pasado fue parte del Comité de Sanidad Vegetal. Después de encontrarnos, nos subimos a una troca roja y llegamos a la nopalera de Agustín: un terreno extenso de nopales donde te recibe un rosal, y en el fondo no paran de sonar los gallos, los chivos y la música de la radio. El viento mueve el follaje de un par de árboles altos al fondo.

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Aunque la jornada de corte del nopal comienza poco antes del amanecer, dejaron una parte para mostrarnos cómo lo hacen y es como si sus manos por sí solas supieran hacerlo. Entre los surcos pasan cortando las pencas de distintos tamaños, que conocen por la cantidad de piezas que caben en las cajas, que luego comercializan sin intermediarios: de 100, 150, 200, 300 y 500.

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Aunque el nopal es una planta benévola, que puede estar produciendo todo el año y requiere de poco. Las pencas tardan unos 8 días en volver a estar listas para hacer el corte (dependiendo del tamaño) y un solo sembradío de nopaleras puede durar hasta 20 años si se cuida bien. Hay que estarlas renovando y cuidarlas de las enfermedades que les aquejan. En Milpa Alta, las plagas son menos  por su topografía afortunada (la altura, el suelo mineral entre volcanes).

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Si en cualquier otra tierra nopalera fertilizan una vez al mes, en Milpa Alta lo hacen una vez al año. 

Milpa Alta y la mancha urbana

Después del corte, nos movimos al jardín de Adelfo y platicamos tendido. Adelfo dice que los milpaltenses les recorre la sangre el gen pochteca; la suya es una zona de comerciantes y no hay mercado o tianguis sobre ruedas donde no hay uno de ellos vendiendo nopales, barbacoa, carne de puerco, res, mole, maíz, etc. “Qué significa el cultivo de nopal para la Ciudad de México?” reitera: “significa alimentación, conservación de la tierra para la vocación agrícola, generación de empleos (a personas de Oaxaca, Puebla, Hidalgo y Estado de México) y es una cortina de espinas para seguir conteniendo la mancha urbana”.

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Además, el cultivo de nopal es una importante zona de captación y filtración de agua. Dice Adelfo que en su nopalera tiene un recipiente de 1200 litros de agua con un techo de 70 metros cuadrados. Una vez se vació y tras una lluvia fuerte, en pocas horas, se llenó la pileta. “Ahora imagínense cuántos millones de litros caen en las nopaleras de todo Milpa Alta y cuánta filtración de agua hay”.

Para seguir conservando esa cortina de espinas y este terreno agrícola, tienen que hacer redituable el producto, que después de los años 80 y 90, que empezaron a aparecer nuevas regiones productoras de nopal, se deterioró un poco. 

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“Le estamos apostando a meterle valor agregado al nopal y para ello tenemos que contar con el apoyo de la autoridad” y agrega “conociendo a nuestro pueblo sabemos de antemano cómo van a proliferar las empresas familiares: tendrán su empresa, su producto y Milpa Alta será nuevamente ejemplo para otras zonas del interior del país”. 

Por mientras, desde la Ciudad de México comamos nopal que, de ser posible, venga de Milpa Alta. Y si quieres visitar la nopalera de Agustín, envíanos un correo aquí y te ayudamos a hacer el acercamiento.