Hoy queremos platicar sobre un árbol muy querido y particular. Un Ficus microcarpa, también conocido como laurel de la India, que afortunadamente todavía vive en la esquina de Miguel Laurent y Fresas en la colonia Tlacoquemecatl del Valle de la Benito Juárez; al que los vecinos bautizaron como Laureano.
¿Quién es Laureano?
Aunque es cierto que en la ciudad hay varios ficus como este, muchos de ellos plantados desde el porfiriato, Laureano tiene un lugar especial entre los vecinos de su colonia al mantenerlos unidos y convertirse en un símbolo de comunidad y resistencia. Todo comenzó a principios de junio, cuando las familias que viven a su alrededor se dieron cuenta de que, en el predio marcado con el número 48, había un grupo de trabajadores comenzando la construcción de un edificio de 5 pisos.
Después de solicitar los planos del proyecto, los habitantes de la zona se percataron de que, para poder concretar su trabajo, la constructora responsable tenía planeado tirar el enorme ficus, además de un colorín plantado a su lado.
Rápidamente, los vecinos se organizaron y comenzaron a protestar para que la alcaldía tomara las medidas necesarias y así asegurar que ni Laureano, ni su vecino el colorín, fuesen lastimados de ninguna forma. Entre las exigencias de quienes se manifestaron estaban:
- Suspensión temporal de las obras
- Prohibición de podas o intervenciones que pudieran lastimar a los árboles
- Compromiso de modificar el proyecto para asegurar la supervivencia de Laureano
- Declaratoria como árbol monumental

Un ejemplo de resistencia botánica
La convocatoria fue tan popular que las personas que viven alrededor no tardaron en llenar el tapiado que rodea al predio con mensajes de apoyo para el árbol. De hecho, si uno pasa por ahí, todavía puede ver la mayoría de ellos y ser testigo del cariño que los vecinos tienen por Laureano.
Muchos de los letreros son directos y piden respetar al árbol. Otros proponen instalar un parque en esa esquina y dejar de proyectar edificios tan altos en la ciudad; pero, sin duda, los que más nos gustan son aquellos que más bien son cartas de amor a Laureano. Muchos de ellos son de parte de niños que le hablan a este ficus como si fuese un amigo de toda la vida y es que en cierto modo lo es.
Cada día cientos de personas pasan a lado de Laureano, lo observan desde su ventana o incluso toman café frente a él y aunque a las constructoras les importe muy poco, la ausencia de un gigante como este sí que se resentiría.

Larga vida a los árboles
Afortunadamente, ese escenario ya está lejos de ocurrir, pues el gobierno de la ciudad atendió a una de las peticiones de los vecinos y, en el marco del día del árbol, nombraron a este ficus como árbol patrimonial.
A él se suman otros 12 ejemplares de diferentes especies como un ahuehuete de 700 años aproximadamente que vive en Santa Catarina, Azcapotzalco. Por cierto, esta no es la primera vez que vecinos de la Benito Juárez se organizan para salvar a un árbol centenario. En 2023 lograron salvar a Eugenio, un fresno de casi 150 años que vive, obviamente, en la calle de Eugenia.
Celebramos mucho que existan este tipo de iniciativas que priorizan los espacios verdes antes que el crecimiento —ya de por sí fuera de control— de la ciudad, pues como ya lo hemos dicho antes, merecemos cielos más azules y, claro, caminatas menos grises.
¡Vivan Laureano y la resistencia botánica!