Los Manantiales
15 de abril 2019
Por: Carolina Peralta

Los Manantiales, el restaurante dominical que diseñó Felix Candela en Xochimilco

En el embarcadero Zacapa, en Xochimilco, está Los Manantiales: un restaurante (algo olvidado) que hizo Félix Candela y es un plan perfecto de domingo.

Cuando Felix Candela construyó Los Manantiales imaginó una flor de loto flotando sobre agua. A juzgar por su forma ondulada, medio extraterrestre, el arquitecto bien pudo haber imaginado un cometa, un astro aún no descubierto o la estructura gravitacional de algún tipo de galaxia. Los Manantiales (como todos los edificios de paraboloides hiperbólicas de Candela) es una construcción rara y hermosa que desde 1952 parece que gravita o flota en el paisaje acuático de Xochimilco.

Ahora, un poco olvidado, este restaurante-bar sirve comida y bebidas en copa de vidrio tosco; su aliento es nostálgico. Sólo abren los domingos y en su centro hay una pista donde un grupo de personas entrañables bailan un danzón suave.

El embarcadero Zacapa es la puerta hacia Los Manantiales (memorable por su nombre de ron). Es fácil encontrarlo porque está justo al lado del Mercado de Flores Madreselva, y desde la calle uno ya distingue la superficie de cascarón blanco delgadito. Entrando, luego luego, el paisaje que le rodea es de trajineras, ahuejotes y plantas trepadoras. 

Los Manantiales se mantiene por un devoto grupo de personas que bailan danzón a paso flemático pero firme. Llevan zapatos elegantes y ajuar de domingo. Se toman en parejas a partir de las 3 pm, aproximadamente, y no se sueltan hasta que cae el sol. La pista es un remolino incansable, bañada por una luz tenue que se filtra por los ventanales. Tal como lo pensó Félix Candela.

Se nota que su momento de oro fue en otros tiempos porque está algo alterado y hay ciertos materiales que desentonan con el estilo del edificio; los platillos más complejos de la carta ya no los tienen y en el centro de la mesa hay un salero. De cualquier manera, lo que sea que uno pida está bueno porque tiene sabor a casa (sobre todo su salsa roja cocida), y estar allí dentro se siente bien: entre la atmósfera que propicia la estructura como paraguas y el arropamiento de los parroquianos, uno se siente acogido.

Si uno tiene la fortuna de pasar allí su cumpleaños (como nos tocó a nosotros) recibirá abrazos, mañanitas, baile en círculo, buenos deseos y pura diversión. En esta ocasión tocó Danzonera Yucatán, un grupo muy agradable de músicos en guayabera, que anuncian el clima antes de cada tanda. El espacio también se puede rentar para bodas y eventos.

Ir a Los Manantiales es una afición dominical. Una que se antoja muchísimo adoptar, hacerla cosa de todas las semanas. (Hasta que recordamos que, para muchos de nosotros, implica cruzar la ciudad entera): en ese caso, Los Manantiales es una extravagancia para cerrar bien la semana.

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