“Nos vemos en la Glorieta” es una frase común entre lxs habitantes de la CDMX. Desde su inauguración en 1969, la Glorieta de los Insurgentes se convirtió en un punto de referencia para la ciudad. Pero no sólo es un punto geográfico, a lo largo de los años se ha consolidado como un espacio de reunión e intercambio para las juventudes, las disidencias y diferentes grupos. Así, durante estos 53 años la Glorieta de los Insurgentes ha acumulado muchas historias que contar.

Los problemas de tráfico en la Ciudad de México han estado presentes desde los años 50, por lo que en su momento el arquitecto Mario Pani propuso la creación de una glorieta en el cruce de lo que hoy es Reforma y Avenida de los Insurgentes, sin embargo, este proyecto no prosperó. Por su parte, en el cruce de la avenida Insurgentes, Chapultepec, Oaxaca, Génova y Jalapa antes de 1969 circulaba un tranvía, estaba la estatua de Cuauhtémoc y el icónico Cine Insurgentes con su luminosa fachada, e incluso, los autos pasaban por este cruce que, se dice, sólo lxs peatones más valientes se atrevían a cruzar. Por lo que la construcción de la glorieta significó un gran cambio para esta zona.

La obra estuvo a cargo del arquitecto Salvador Ortega Flores, quien retomó la idea de glorieta de Pani, pues de esta manera se buscaba resolver el flujo vehicular y darle prioridades lxs peatones para poder acceder o salir del metro. La glorieta como la conocemos hoy en día se encuentra a unos tres metros por debajo del nivel de la calle, mientras que las vialidades a su alrededor se elevan otros cuatro o cinco metros, de tal modo que pareciera que la explanada se encuentra aislada, como en un cráter u hoyo.

A pesar de que hoy asociamos la Glorieta de los Insurgentes con la Zona Rosa, en un principio no fue así. Las personas que acudían a los restaurantes y bares de la Zona Rosa y paseaban en el mítico Pasaje Jacarandas, en realidad no usaban el metro, por lo que la glorieta era considerada un espacio separado. El centro de la glorieta se llenó de cafés y bares donde la gente iba a escuchar rock, trova, música alternativa, todavía en la década de los noventa existían lugares dedicados al punk dentro de la glorieta.

La Glorieta de los Insurgentes ha sufrido grandes cambios que van más allá de la renovación de mobiliario urbano o la colocación de luminarias. Se ha transformado de este sitio de pequeños cafés, a un punto de encuentro para la comunidad LGBTTTI, a el escenario futurista de una película de Arnold Schwarzenegger, a incluso ser llamada el “Times Square de la CDMX”. A pesar de todo, la Glorieta de Insurgentes continúa siendo una especie de refugio, una sombra para protegerse del sol o un lugar para encontrarse con las amistades.