El pasado 21 de febrero se cumplieron 45 años de una de las casualidades más extraordinarias del México moderno. Mientras que una cuadrilla de Luz y Fuerza trabajaba en el Centro Histórico de la CDMX, desenterraron un monolito de 8 toneladas en honor a Coyolxauhqui, la diosa lunar del panteón mexica. Hoy, en su aniversario, es conmemorada con la exposición ‘Coyolxauhqui: El astro, la diosa, el hallazgo’, ya abierta en el Museo del Templo Mayor.

Durante las primeras horas del 21 de febrero de 1978, trabajadores de la hoy extinta Compañía de Luz y Fuerza del Centro, que instalaban un depósito de transformadores en la intersección entre las calles República de Guatemala y República de Argentina; encontraron enterrada una enorme rueda de piedra grabada cuyo relieve, apenas perceptible, alertaba sobre el descubrimiento de un nuevo monumento prehispánico. Se trataba de la representación de Coyolxauhqui, la diosa de la luna, hija de Coatlicue y hermana de Huitzilopochtli, deidad azteca del sol y de la guerra. Se concluyó que su hechura data del 1473 d.C; retrocediendo al reinado de Axayácatl.

A los pocos días del hallazgo, y una vez liberada la circunferencia total del monolito (de 3.40  por 2.90 metros y 40 centímetros de espesor), el entonces presidente de la nación, José López Portillo, maravillado por el simbolismo y carácter de semejante encuentro; mandó derribar algunos edificios coloniales de la zona para que las excavaciones continuarán y la magnificencia del antiguo Imperio Azteca resurgiera. Una decisión aplaudida por los amantes del México prehispánico, pero criticada por aquellos que perciben a la capital del país como ‘La Ciudad de los Palacios’.

​El descubrimiento de la Coyolxauhqui, retratada desmembrada y sin cabeza tras luchar y perder en contra de su hermano Huitzilopochtli; marcó un precedente en la arqueología moderna en México y llevó a identificar las ruinas del Huey Teocalli o Templo Mayor, el  adoratorio más importante de la sociedad mexica.  

‘Coyolxauhqui: El astro, la diosa, el hallazgo’, estará disponible hasta el 4 de junio del 2023 en la Sala de Exposiciones Temporales del Museo del Templo Mayor. De entre los más de 150 objetivos destaca la exhibición, por primera vez en la historia, de dos conjuntos en particular: los restos óseos de un niño ofrendado al dios Huitzilopochtli hace 500 años y los ornamentos de oro de Coyolxauhqui

Los restos del niño, de entre 8 y 10 años a la hora de morir, se encontraron vestidos en honor al “colibrí zurdo”. Se localizaron en octubre del 2017 al pie de la escalinata del Templo Mayor y el INAH los catalogó como la ofrenda número 176. De las más de 200 ofrendas que se han excavado hasta la fecha es la única cuya caja mortuoria tiene forma cilíndrica. Las joyas de oro de Coyolxauhqui, por su parte, salieron a la luz en 2015 y contemplan 6 bellos pares de orejeras -cuatro de los cuales incluyen cascabeles -; cuatro representaciones de corazones humanos y cuatro pares de huesos largos cruzados u omicallo, símbolos mesoamericanos de la muerte. En total, hablamos de 36 gramos de oro puro. 

También hay una maqueta del Recinto Sagrado de Tenochtitlán; muñecos de fieltro de Coyolxauhqui, Huitzilopochtli, Coatlicue y dos Centzonhuitznahua, elaborados por el diseñador Francisco Rivas Penney; y un catálogo ilustrado que reúne ensayos científicos de Eduardo Matos Moctezuma, Leonardo López Luján, Raúl Barrera Rodríguez, Bolfy Cottom Ulim, Patricia Ledesma Bouchan y Judith Alva Sánchez; así como la reedición de los textos Luna y El mito, de López Austin.

A la par de la exposición se celebrará un ciclo de conferencias complementario, disponible todos los sábados hasta el 29 de julio. También habrá talleres, puestas en escena, recorridos guiados y mucho más. Para conocer el programa completo visita las redes sociales del Museo del Templo Mayor, además de su sitio web oficial. 

Museo del Templo Mayor (Seminario 8, Centro Histórico). Martes a domingo de 9 a 17 horas. Costo $90 pesos por persona, domingo entrada libre.