Según Donald Richie, la estética japonesa (en contraste con la estética occidental) está más relacionada con el proceso que con el producto, con la construcción real del yo que con la autoexpresión. Probablemente senderear por el parque Masayoshi Ohira evoque un proceso parecido. Es un parque en Churubusco que es una imitación, o más bien un halago, a los parques urbanos de Japón.

Parque Masayoshi Ohira

El Masayoshi Ohira tiene, por ejemplo, puertas típicas torii rojas, un estanque y caminos bordeados de rocas. También plantaron diversas especies de los árboles endémicos de Japón, como  arces, wisterias, ciruelos y cerezos. Por allí se pasean nacionalidades niponas para sentir un poco de casa, y desde luego también jóvenes vestidos de animé y quien quiera que tenga amor por esa cultura.

Se inauguró en 1942, y en ese entonces había un edificio en forma de Pagoda que le dio el apodo de “El parque de la pagoda”. El edificio se incendió en los años setentas –en el mismo incendio que quemó los Estudios Churubusco– y ahora es un parque ‘maduro’, sobreviviente y tranquilo.

 

[snippet id=”39122″]