Coyoacán es una de las zonas más antiguas de la ciudad. Sus inicios se remontan a la época prehispánica, cuando Tezozómoc, dio a Coyohuacan (del náhuatl, “En donde tienen coyotes”) el rango de señorío e impuso a su hijo Maxtla como su cacique; más tarde, durante la colonia incluso Hernán Cortés llegó a vivir en esta zona. No es sorpresa que las calles de Coyoacán están llenas de historia y en unas cuantas cuadras puedas encontrar en donde lo antiguo se entrelaza con el presente; tal es el caso de la avenida Francisco Sosa, la calle más antigua de Coyoacán.

Esta calle se extiende desde Avenida Universidad y termina en Tres Cruces, justo frente a los arcos de la Plaza Hidalgo. La avenida Francisco Sosa tiene sus orígenes en el Siglo XVI y ha cambiado de nombre en muchas ocasiones; en un principio fue llamada Calle Real, ya que conectaba la zona de San Ángel con Coyoacán; después fue Santa Catarina, Benito Juárez, hasta que se cambió el nombre a Francisco Sosa debido a que a finales del siglo XIX el historiador se reunía ahí con intelectuales, escritores y artistas.

En la Avenida Francisco Sosa se encuentran 65 edificios considerados patrimonio histórico de la ciudad, y aunque muchas de las casas históricas son propiedad privada, te dejamos un mapa con varios sitios de interés que puedes visitar en esta histórica avenida.

Templo de San Antonio Panzacola

Al inicio de Francisco Sosa se encuentra este templo franciscano construido alrededor de 1768. A pesar de ser un sitio importante para la zona, pues incluso se menciona en la novela ‘Los bandidos de Río Frío’ de Manuel Payno, se sabe muy poco sobre su origen. Existen dos versiones: por una parte se cree que el conquistador Pedro de Alvarado la mandó construir; pero también existe la leyenda que afirma que en realidad fue una familia del siglo XVI, cumpliendo una manda a San Antonio de Panzacola.

Fonoteca Nacional

En 2001 se decidió crear la Fonoteca Nacional como un espacio para la investigación, el registro, la conservación y difusión del patrimonio sonoro de México, por lo que en 2008 abrió sus puertas en el número 383 de Francisco Sosa, en la Casa Alvarado, un edificio del siglo XVIII construido con influencia andaluza y morisca.
Por mucho tiempo se creyó que este edificio fue casa del conquistador Pedro de Alvarado, pero la realidad es que fue casa de la arqueóloga estadounidense Zelia Nuttall. En esta casa realizó varias ofrendas, redactó el primer libro de jardinería mexicana e incluso cultivó un árbol de “manitas” que lamentablemente ya no existe. Después de su muerte, la casa tuvo diversas funciones, entre ellas: sede de la Enciclopedia México, oficinas de la Secretaría de Hacienda, librería de la SEP e incluso propiedad de Octavio Paz.

Casa de Cultura Jesús Reyes Heroles

Esta construcción alguna vez fue una pequeña fábrica de papel, pero en julio de 1985, el gobierno del Presidente Miguel de la Madrid donó la propiedad para dar paso a la Casa de Cultura Jesús Reyes Heroles. Aquí puedes tomar talleres y cursos de yoga o ballet, o aprender a tocar instrumentos e idiomas, pero si solo quieres visitar la casa puedes pasear por sus jardines, conocer su cocina tradicional mexicana forrada de Talavera poblana o entrar a una de sus tres galerías.

La Mano Jardín

Si lo que quieres es olvidarte por un momento del ajetreo de la ciudad y disfrutar del fresco y la sombra de los árboles durante tu caminata, La Mano es el lugar ideal. Este espacio fue las caballerizas de una de las grandes haciendas de Coyoacán, pero hoy es un jardín en donde puedes tomar un café y conocer marcas de diseño mexicanas. Además, La Mano organiza diversos eventos culturales como noches de cine, drink and draws y conciertos pequeños.

Instituto Italiano de Cultura


La sede del Instituto Italiano de Cultura es uno de los edificios más antiguos de la avenida Francisco Sosa. Se tiene registro de que fue construido en la segunda mitad del siglo XVIII como convento de monjas y a principio de los 1900 el predio fue dividido en dos partes: una seguiría siendo parte de la orden religiosa y la otra parte del terreno fue vendido al gobierno de Polonia, por lo que fue la residencia del embajador polaco por varios años. En los años 40 se volvió Residencia del Embajador de Bélgica, fue en este periodo cuando se realizaron diversas modificaciones al edificio, tal como la construcción de una “torre” cuadrada arriba de la escalera de acceso al primer piso.

Fue hasta 1975 que la construcción pasó a manos del gobierno italiano y entre 1999 y 2001 fue enteramente restaurada, para preservar su carácter histórico monumental y para una mejor utilización de los espacios. Puedes visitar el claustro en donde se presentan exposiciones; el auditorio, que una vez fue el refectorio del convento, hoy es un espacio para conciertos, conferencias y otras actividades.