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26 de febrero 2021
Por: Diego Cera

Así aprendimos a sobrevivir la pandemia y todo lo que cambiamos en un año

A casi un año de que inició el confinamiento, quisimos hacer un breve recuento de las cosas que aprendimos durante la pandemia y cómo nos hicieron cambiar.

De niñxs siempre nos preguntamos cómo sería vivir en medio de un acontecimiento histórico o presenciar algo que cambiara la historia del mundo tal y como lo hicieron quienes vieron la transmisión del primer alunizaje en 1969. Lo que quizá nunca imaginamos es que nuestro turno iba a llegar en 2020 en forma de una pandemia que cambiaría nuestra cotidianidad para siempre.

Hace apenas un año, la mayoría de nosotros pensaba que la cuarentena por el nuevo coronavirus duraría, cuando mucho, unos 15 días y luego de vuelta a la normalidad. Pero seguimos aquí (y quizá así será por unos meses más), aunque sin duda, el mundo cambió después de todo este tiempo y nosotros con él. La pregunta aquí es cuánto y cómo.

Cómo cambiamos durante la pandemia

Comencemos por lo obvio: nuestras manos, que ya están agrietadas después de un constante lavado de manos y capa tras capa de gel antibacterial. Porque entre si son efectivos o no, nosotros preferimos tomar nuestras precauciones. Nuestras ojeras que nacieron a raíz del insomnio y la mala organización de nuestros horarios. Hay que decirlo, no estábamos preparados para vivir encerrados, por eso incluso nuestras ventanas tomaron un nuevo significado y una salida a la tienda es sinónimo de libertad.

Los barrios también cambiaron y los detalles que nos gustaban de ellos tampoco son los mismos.

¿Cuándo nos habíamos sentido ansiosos por ver multitudes en Televisión? ¿Cuándo habíamos pensado dos veces antes de iniciar una conversación con alguien sin cubrebocas? Nos volvimos seres tan ansiosos que inventamos una nueva unidad de medida, la Sana Distancia. Ahora uno sabe perfectamente la separación perfecta entre personas e incluso a cuántas sanas distancias está de llegar a algún lado. Por supuesto, para quienes aún no lo tienen tan bien ensayado, siguen apareciendo taches en el suelo.

Tres sanas distancias para llegar a la farmacia.

No es gratuito que el artículo más falsificado del año pasado haya sido el cubrebocas KN95 o que muchos de los emprendimientos que surgieron durante pandemia tuvieran que ver con estas mascarillas. Se volvieron parte de nuestras vidas tan rápido que ahora los compramos no sólo por la seguridad que ofrecen, sino por sus diseños y la forma en que combinan con nuestra ropa.

Inventamos nuevas formas de protegernos antes de entrar a algún espacio cerrado. También nos convertimos en una sociedad más considerada —claro, con sus desafortunadas excepciones. El hecho de que ahora existan reglas de etiqueta tanto para ir a restaurantes informales como para comprar en la tienda, nos habla mucho de ello. Sobre todo, jamás pensamos que una fila bien hecha podría salvarnos la vida.

Probablemente lo más importante de todo lo que ocurrió en estos meses de pandemia, es que aprendimos, quizá con algo de retraso, a ser más empáticos y a preocuparnos más por nuestra salud, no sólo física sino mental. Lo cierto es que entre las cosas más importantes que aprendimos es a no apresurarnos y seguir aprendiendo.

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