Hace cuatro días en Seattle, Estados Unidos, los popotes quedaron prohibidos; cualquier otro utensilio de plástico también.  Si algún negocio de servicio de alimentos es sorprendido utilizándolos la multa será de 250 dólares. En México aún estamos lejos de una legislación que prohíba el uso del popote, pero el paisaje no es enteramente desolador. Gilberto Cendejas, gerente de mercadotecnia de la Sociedad Cooperativa de Trabajadores de Pascual (los que fabrican Pato Pascual, Lulú y Boing), anunció que la cooperativa planea abandonar el uso del popote en sus productos y reemplazarlos por envases que tengan taparrosca. También evalúan el uso de popotes biodegradables como una inversión a futuro.

La taparrosca desde luego no es lo ideal, porque al final también es plástico. Pero la idea es que culturalmente poco a poco aprendamos a dejar el popote, y el boing es una bebida que llega a todas partes, a todas las clases sociales. La taparrosca, además, tiene más posibilidades de reciclaje que el popote. Los nuevos envases llegarán al mercado en un año aproximadamente, porque la empresa aún tiene inventario de popotes. Mientras tanto la cooperativa desarrollará una campaña para incentivar el reciclaje, que estará lista en no más de seis meses. Esta no es la primera vez que lanzan una iniciativa pro ambiental; a inicios de este año los fabricandes del boing dieron a conocer “México limpio y querido 2018”, una propuesta de reforestación, reciclaje y limpieza ambiental. De hecho parte de los 100 millones de pesos del presupuesto aprobado para el cambio de envases se destinarán a un esfuerzo de limpieza de las playas de Acapulco.

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La ola de concientización del riesgo de los popotes para el planeta y la vida marina, parece por fin habernos alcanzado. Tal vez el momento más polémico de esta lucha quedara explícito en el video del equipo de investigación que logra extraer un popote de doce centímetros de la fosa nasal de una tortuga en Costa Rica. Ocho minutos de agonía con el ruidito lastimero de la tortuga de fondo –que muchos interpretaron como llanto– le dieron la vuelta al mundo. En México se implementó la campaña “sin popote, por favor” o surgieron empresas como Biofase, que fabrica popotes y cubiertos biodegradables con semillas de aguacate.

Un popote puede permanecer en el planeta más de 100 años; infinidad de especies marinas lo ingieren pensando que es alimento. Crean redes junto con otros desechos plásticos en las que se enredan las ballenas, los peces y los delfines. La cifra es alarmante: 40% de los plásticos de los océanos en el mundo provienen de plásticos que usamos una sola vez, y ocho millones de toneladas métricas de basura aparecen en los océanos mexicanos cada año.

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Si quieres saber más todo esto te recomendamos el documental Straws de Linda Booker, que traza con maestría la historia de los popotes hasta el presente y nuestra ridícula necesidad de crear millones de productos de plástico que utilizaremos una sola vez.