Entre el concreto, el acero y el ruido de una ciudad que muta cada día, Yuri Zagorin insiste en una arquitectura que escuche. Escuche al material, al entorno, a la historia y a quienes habitan —o habitarán— sus espacios. Desde su estudio ZDA y la asociación Mejor Ciudad A.C., Zagorin ha transformado ideas en más de mil viviendas y espacios comerciales, pero también en preguntas: ¿cómo volver deseable lo accesible?, ¿qué pasa cuando una montaña rusa se convierte en banca?, ¿puede una ruina moderna contar otra vez su historia?

En esta conversación con Local, el arquitecto nos habla de hacer ciudad como acto colectivo, del equilibrio entre lo académico y lo popular, y de cómo una banca en el Parque Aztlán puede resistir el olvido y convertirse en poema cotidiano.

“Hacer ciudad” es una de las ideas que más resuena en tu trabajo. ¿Cómo defines tú esa expresión, más allá del discurso arquitectónico? ¿Qué significa hacer ciudad en  en un contexto como el de la CDMX?

Pensar en todos los usuarios, no solo los que viven la arquitectura desde el interior. Nos gusta decir que los edificios se diseñan de la puerta hacia adentro y de la puerta hacia afuera.

La obra no funciona en el vacío, modifica y se ve afectada por su entorno. La ciudad, es dinámica, compleja, contradictoria. Diseñar es tratar de leer el futuro, la urbe se entiende en el espejo retrovisor.

En ZDA han construido más de mil viviendas y metros cuadrados de oficinas y comercios. ¿Qué aprendiste sobre el comportamiento humano al observar cómo se habita lo que tú proyectaste? ¿Qué es lo que más te ha sorprendido?

Para balancear  la indivudualidad y la comunidad es necesario incorporar a la pluralidad de voces que la componen en el proceso de diseño.

Tu trabajo con Mejor Ciudad A.C. busca que la vivienda asequible sea la base de un tejido urbano más justo. ¿Qué se necesita para que esa vivienda no solo sea posible, sino también deseable? ¿Cómo se vuelve aspiracional lo accesible?

Ubicación. En una palabra: Calidad. En la construcción, en el diseño, entender que hacer una obra económica no es hacerla barata, es pensarla y proyectarla hacia el futuro, una visión a largo plazo. La característica primordial, que genera plusvalía y hace ciudad es la ubicación

¿Cómo equilibras el lenguaje académico con el de la calle? ¿Cómo se evita caer en la torre de marfil?

Hablando menos y escuchando más.

¿Qué lugar ocupa lo poético en tu práctica? ¿Y qué pasa cuando la arquitectura deja de ser función y se convierte en símbolo o en fantasma?

Me encanta la idea de hacer poesía en la prosa (y visceversa).

¿Cómo influye el material —la materia real, física— en tus decisiones? ¿Qué tanto escuchas al concreto, al tzalam, al acero? ¿Y qué tanto te importa la materialidad cuando se piensa en vivienda asequible?

La materialidad, la tectónica, la fabricación, no es independiente al proceso, no es un obstáculo, es la respuesta misma.

Ahora hablando sobre las bancas de madera para el Parque Aztlán ¿Qué sentiste la primera vez que tuviste en las manos la madera de la montaña rusa? ¿Cómo se transforma un recuerdo colectivo en un objeto de uso cotidiano sin perder su carga emocional?

Oportunidad y responsabilidad.

¿Qué tan importante era para ti que estas piezas de mobiliario regresaran al espacio público y no quedaran solo como objetos de colección o decoración?

Esencial, son mas que mobiliario, es una forma de decirle al visitante, este material es tuyo, tu lo pagaste, es nuestro.

La sostenibilidad aquí no solo es ecológica, también es emocional y simbólica. ¿Crees que esa nostalgia también puede ser una forma de resistencia urbana?

La memoria no es nostalgia, la montaña existió, y la vivimos, una vez mas la idea se vuelve materia y es son el prologo de la historia se la vamos a seguir contando a nuestras hijas.

¿Qué otras “ruinas modernas” te gustaría intervenir o resignificar algún día? ¿Qué otras memorias arquitectónicas de la ciudad te gustaría devolver al presente?

El Estadio Azteca, el Periférico (las esculturas de la ruta de la amistad), la Torre Latinoamericana. También me interesan los edificios aparentemente anónimos que me remontan a la ciudad que me hizo.