5 de septiembre 2022
Por: Cheryl Santos

Torbellino, la escultura de 18 metros que perdimos en el 85

La obra de Ernesto Paulsen, diseñador de joyería y escultor, sorteó varias dificultades para lograr su altura en el Jardín de Sullivan.

En la CDMX el arte es omnipresente: en las avenidas principales; en el metro e incluso en lugares más obvios como el Jardín del Arte en Sullivan. Este espacio ha sido el hogar de una de las esculturas de gran escala más interesantes de la ciudad: ‘Torbellino’ de Ernesto Paulsen Camba.

Ernesto Paulsen Camba en el Museo Franz Mayer, 2017.

Ernesto Paulsen nació en 1925 en Guadalajara, sus padres eran dueños de la ferretera “La Palma” por lo cual importaban muebles Thonet —reconocidos por el desarrollo del curvado de la madera— lo cual le permitió acercarse al diseño desde temprana edad. Siendo joven dejó su trabajo como vendedor de seguros y se trasladó a Cuernavaca en donde fundó el taller de arte sacro EMAUS, en el monasterio Benedictino, donde pasó poco más de un año enseñando orfebrería a los monjes.

Fue en 1959 cuando Ernesto Paulsen abre su estudio en la CDMX, dentro del Pasaje Jacarandas para ser exactos, aquí realizaba sus propios diseños de orfebrería, arte sacro, grabado con buril y ácido en madera y esmaltes. En este taller diseñó más de 800 cruces de plata, oro y ébano, y fue en este espacio en donde empezó a diseñar pequeñas esculturas.

Algunas de las piezas más importantes de Paulsen fueron las hojas de las puertas de la iglesia de Nuestra Señora de la Piedad —en la calle de Obrero Mundial—, el sagrario de cuatro puertas, un copón y las llaves de la Nueva Basílica de Guadalupe, y la celosía, el Cristo y la cruz de la Parroquia francesa en Polanco. Su obra ya era ampliamente reconocida por los arquitectos y diseñadores de la época, por lo que no fue sorpresa que en 1972 la comisión de la Dirección de Obras Públicas del Distrito Federal comisionara a Paulsen una escultura pública monumental para el Jardín Sullivan.

Esta obra tuvo muchas dificultades técnicas, por sus intrincados anillos cuadrados que iban de los 60 centímetros a los 11 metros y de 30 centímetros de peralte, sumando a una altura de 18 metros. Los cálculos estructurales se convirtieron en el primer reto para el escultor; más tarde, durante la construcción de la escultura, se debió soldar y colocar varillas para que pudiera sostenerse. Debido a su altura, se esperaba poder usar una grúa, sin embargo, cuando inició el montaje de ‘Torbellino’, ya estaba muy avanzada la construcción del Jardín del Arte, y fue imposible meter maquinaria, usando poleas y andamios.

Paulsen comentó en una entrevista que había gran urgencia por concluir la obra debido a la lluvia, por ese motivo se autorizó revestir las piezas de acero inoxidable, sin embargo, la lluvia los alcanzó y el agua se filtró entre el fierro y el acero, lo cual inevitablemente dañó la obra. El Profesor Esparza de la Facultad de Química de la UNAM les propuso usar una lámina de zinc entre el acero inoxidable y el fierro.

A pesar de haber sorteado estas dificultades, ‘El Torbellino’ no pudo lucir por muchos años, ya que se dañó considerablemente con el sismo de 1985, perdiendo la parte superior, sin embargo, todavía hoy podemos apreciar una parte en su ubicación original: en el Jardín del Arte frente al Museo El Eco.

Vista del parque Sullivan (jardín de arte) 1972. Vía Museo El Eco.
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