El Pedregal de San Ángel es una de las zonas residenciales más reconocidas de la Ciudad de México debido a que en este lugar confluyeron diversos factores como un momento histórico y artístico que buscaban reflejar la modernidad mexicana, un emplazamiento único e irrepetible. El resultado fue una nueva arquitectura en donde la naturaleza era el eje principal.

El volcán Xitle se encuentra al sur de la ciudad, su nombre viene de la palabra náhuatl xictli que significa ombligo. Hace unos 2000 años hizo erupción lo que provocó que la lava se extendiera desde las faldas del Ajusco hasta lo que hoy es la Avenida Miguel Ángel de Quevedo, creando un suelo particular.

Todo este territorio era inservible para la agricultura, pero con el tiempo una nueva vegetación creció; hoy, la Reserva Ecológica es el espacio ideal para estudiar la colonización vegetal y animal de un paisaje único. Sin embargo, por la naturaleza del suelo, los asentamientos humanos eran casi imposibles, pero con el avance de la ingeniería moderna poco a poco se decidió urbanizar esta zona de la CDMX; el más claro ejemplo de ello es sin duda Ciudad Universitaria.

El carácter único de esta zona de la cuidad fue una gran inspiración para diversos artistas, entre ellos Diego Rivera, que publicó “Requisitos para la organización del Pedregal”, en donde el muralista proponía la preservación del ecosistema a través de la restricción en la medida de las parcelas y la importancia de la inclusión de arquitectura moderna en este sitio.

En 1943, el arquitecto Luis Barragán compra los terrenos cercanos a Ciudad Universitaria, pensando en la construcción de una nueva zona habitacional. Para este proyecto, Barragán no sólo llevó a cabo las funciones propias de un arquitecto, sino que tuvo que convertirse en paisajista, urbanista y promotor inmobiliario, pues a lado de José Alberto Bustamante crea la empresa “Los Jardines del Pedregal de San Ángel, S.A.”, la cual desarrollaría el proyecto residencial “Fraccionamiento Los Jardines del Pedregal de San Ángel”.

El Pedregal de San Ángel fue considerado como el mayor reto profesional hasta ese momento para Barragán, pues tenía la visión de unir la arquitectura a la naturaleza única del Pedregal, un ejemplo de ello fue la planeación y trazo de las calles y avenidas propuesto por Carlos Contreras y Luis Barragán, con la asesoría del vulcanólogo y pintor Gerardo Murillo “Dr. Atl”, de manera que las calles siguieron el fluir de la lava y se asignaron nombres que remitieran al pasado natural de esta zona: Cañada, Lava, Rocas, Cantil, Xitle, Cráter, Picacho, Farallón Colorines, Agua, Fuego, Lluvia, Brisa y Nubes, entre muchas otras.

En una primera etapa se construyeron las Casas Muestra, diseños de Barragan y Max Cetto, estas primeras edificaciones servirían para publicidad y ventas. La primera de estas casas se construyó en 1950 sobre Av. Fuentes 130, le siguieron la Casa Muestra 140 y la Casa Prieto López Fuentes 180.  En estas construcciones el jardín es un actor principal, pues se pensaba en él como intermediario de la casa y la naturaleza. Posteriormente  surgieron los Jardines Tipo de Barragán en calle de Agua 130.

Aunque el principal promotor de este proyecto urbanístico fue Luis Barragán, éste no hubiera podido prosperar sin la colaboración de arquitectos como Francisco Artigas, Enrique Castañeda Tamborrell, José María Buendía, Antonio Attolini, Fernando Ponce Pino, Óscar Urrutia y Manuel Rosen, quienes, desde su propia visión contribuyeron a la creación del estilo Pedregal. De igual forma, otros artistas fueron de vital importancia para el fraccionamiento, un ejemplo de ello es la escultura Animal de Mathias Goeritz  en la entrada principal.

Mientras que en la década de 1950, los jardines tipo fueron el escenario para obras de teatro clásicas españolas, producidas por Barragán y el pintor y escultor Juan Soriano, a las que podía asistir cualquier persona. 

Eventualmente, con la salida de Barragán del proyecto, el gran crecimiento poblacional y la demanda de espacios, las casas-jardín propuestas en un inicio fueron desapareciendo para dar paso a condominios horizontales y escuelas que requerían de grandes lotes. Muchas de las edificaciones de esa época fueron destruidas, sin embargo todavía es posible conocer algunas como la Casa Prieto López o la casa-estudio Max Cetto.

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