1 de noviembre 2022
Por: Cheryl Santos

Ruta por el legado arquitectónico de Félix Candela en la CDMX

El Palacio de los Deportes es su obra más icónica: Recorre el enorme legado arquitectónico de Félix Candela en la CDMX.

El legado arquitectónico de Félix Candela en la ciudad es vasto y espectacular. Te invitamos a recorrerlo con este mapa que va desde su obra más icónica, el Palacio de los Deportes, a joyas más escondidas en la CDMX. Disfrutar de varios ejemplos en los que echó mano del recurso estructural que se convirtió en el sello inequívoco de su creación: el paraboloide hiperbólico.

Madrileño de nacimiento, Candela se exilió en México tras la Guerra Civil y, en 1941, obtuvo la ciudadanía. Una década después, junto a los hermanos Fernando y Raúl Fernández Rangel, fundó la constructora Cubiertas Ala en la que durante 20 años materializó 896 proyectos.

Considerado uno de los nombres imprescindibles de la arquitectura del siglo XX, la aportación más significativa de Candela al gremio es la estructura laminar de concreto armado -también conocida como cascarón- que, gracias a la ligereza de su composición, ofrecía una amalgama irresistible de adaptabilidad, y sustentabilidad económica.

En cuanto a formas, Candela llevó su romance con las curvas a niveles insospechados y levantó distintas tipologías de edificios: industriales, educativas, comerciales, religiosas y deportivas. El lugar común en donde todas ellas se reúnen es la parábola hiperbólica. Tecnicismos aparte, se trata de una superficie doblemente curvada, con un aspecto parecido a la de las papas Pringles o a una silla de montar; que repetida una y otra vez da como resultado una edificación innovadora y atemporal.

Repasemos entonces 5 de las obras que Felix Candela dejó como patrimonio tangible en la CDMX.

Pabellón de los Rayos Cósmicos, 1951

En colaboración con Jorge González Reyna y Rafael M. de Arozarena, el Pabellón de los Rayos Cósmicos, cariñosamente apodado como “La Muela”; está ubicado entre la Facultad de Odontología y Medicina de la Ciudad Universitaria de la UNAM. Fue la primera obra cubierta por un cascarón de concreto tipo Hypar (acrónimo en inglés de paraboloide hiperbólico), lo que consolidó a Candela no sólo como arquitecto, si no como estructurista. El revestimiento de la techura curva es de tan sólo 15 milímetros de espesor, pues inicialmente estaba destinado para registrar mediciones de radiaciones cósmicas. En la actualidad es ludoteca y almacén.

Iglesia de la Medalla Milagrosa, 1955

Si bien la mayoría de los proyectos de Candela estaban dirigidos al sector industrial, para él las construcciones de carácter religioso tenían un valor especial. Es por eso que, cuando tomó las riendas de la Iglesia de la Medalla Milagrosa, en la Colonia Narvarte; echó a volar por completo la imaginación. En esta ocasión, sus tradicionales curvas fueron sustituidas por arcos más bien triangulares, aunque el eje rector es el mismo: una estructura de hormigón doblada que crea ángulos imposibles. La expresión barroca, a la que estamos tan habituados cuando hablamos de templos e iglesias, se ve igualada en belleza y carácter con el juego de superficies y claroscuros que propuso Candela.

Planta Embotelladora de Bacardí, 1960

El municipio vecino de Tultitlán, en el Estado de México, esconde una de las joyas más importantes de la arquitectura moderna. Se trata de las instalaciones de Bacardí que, por una parte, presumen ser el único trabajo de Mies van der Rohe en Latinoamérica (el alemán diseñó las oficinas) mientras que, por otro lado, cuentan con la genialidad de Félix Candela en la planta de embotellado. Son 6 hypar los que conforman la bóveda de esta parte del complejo, cuya estructura cumple una función más práctica que estética: el material y la forma ofrecen luz 100% natural, además de ayudar con la regulación de temperatura al interior.

Estaciones del Metro San Lázaro, Candelaria y Merced, 1969

A finales de la década de los 60, Candela participó activamente en el diseño de tres de las estaciones del Sistema de Transporte Colectivo Metro de las que se esperaba un mayor flujo de usuarios: San Lázaro, Candelaria y Merced. Las entradas hacia el subterráneo se alzan sobre pilares que sostienen altos techos ondulados basados en la llamativa estructura de “paraguas invertido” (mención aparte merece San Lázaro, con su majestuoso domo central). Al interior, las estaciones reciben luz natural a través de rendijas y tragaluces alargados en la nave principal, todo ello cohesionado bajo el futurístico enfoque del arquitecto.

MAPA:

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